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El ex-presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha vuelto a ser el centro de atención tras sus recientes comentarios sobre el sistema judicial del país. En una publicación en la red social X (anteriormente conocida como Twitter), Bolsonaro ironizó sobre la rapidez con la que se está llevando a cabo su juicio, que podría convertirlo en réu por la tentativa de golpe de estado en 2022.
Su crítica se extiende más allá de su situación personal, tocando temas de justicia y eficiencia en Brasil en comparación con otros países.
La ironía de la justicia brasileña
Bolsonaro destacó que un inquérito lleno de irregularidades en su contra y de otras 33 personas está avanzando a juicio en un tiempo sorprendentemente corto, considerando que el proceso judicial en Brasil es conocido por su lentitud.
«Es impresionante», escribió, refiriéndose a la rapidez con la que se está manejando su caso, en contraste con la percepción general de que el sistema judicial brasileño es uno de los más lentos del mundo. Según el ex-presidente, esto solo sucede cuando el acusado está en la cima de las encuestas para las elecciones presidenciales de 2026.
Comparaciones internacionales
En su crítica, Bolsonaro no se detuvo en su propio caso. Hizo referencia a la situación del expresidente estadounidense Donald Trump, quien ha enfrentado acusaciones similares. Según Bolsonaro, la persecución judicial contra Trump tomó casi cinco años para convertirse en una denuncia formal, lo que contrasta con la rapidez de su propio proceso.
Además, mencionó un caso en Alemania relacionado con un intento de golpe que aún está en la primera instancia y que podría tardar años en resolverse. Estas comparaciones buscan resaltar lo que él considera una falta de imparcialidad y eficiencia en el sistema judicial brasileño.
La percepción de la justicia en Brasil
Bolsonaro también se refirió a informes del Banco Mundial que posicionan a Brasil como el 30º país con la justicia más lenta del mundo. En su opinión, el sistema judicial brasileño es no solo lento, sino también costoso, y no se encuentra entre los mejores en términos de Estado de Derecho. Esta crítica se enmarca en un contexto más amplio de desconfianza hacia las instituciones judiciales en Brasil, donde muchos ciudadanos sienten que la justicia no es imparcial y que está influenciada por factores políticos.
Con sus declaraciones, Bolsonaro busca no solo defenderse, sino también cuestionar la integridad del sistema judicial brasileño. Sus comentarios han generado un debate sobre la necesidad de reformas en el sistema judicial, así como sobre la relación entre política y justicia en Brasil. En un momento en que el país se prepara para las elecciones de 2026, estas cuestiones son más relevantes que nunca.
