En un movimiento que ha sorprendido a muchos, Donald Trump ha decidido demoler parte de la Casa Blanca hacia finales de 2025, creando espacio para un gran salón de baile. Este acto, que refleja su enfoque disruptivo, coincide con la forma en que inició su segundo mandato: como una bola de demolición política.
En su segundo año de presidencia, Trump busca convertir esta acción en un legado duradero. Sin embargo, el año 2026 promete ser un desafío lleno de obstáculos, especialmente a medida que se acerca el tiempo de rendir cuentas.
Desafíos en la presidencia de Trump
Con 79 años, el tiempo corre para Trump. Tras unas elecciones de medio término en noviembre que se centran en el aumento del costo de vida, su partido republicano debe prepararse para un futuro sin su figura en 2028. “El impacto inicial dejó a la oposición desconcertada”, comenta William Galston, investigador senior del Brookings Institution. “No obstante, creo que ese impacto se está desvaneciendo”.
Promesas y expectativas
El primer desafío que enfrenta Trump es cumplir las promesas realizadas durante su primer año de regreso a la Casa Blanca. Este periodo estuvo marcado por un uso sin precedentes de su poder presidencial, culminando con la destrucción física del ala este del edificio.
En sus primeros 100 días, Trump emitió una serie de órdenes ejecutivas que buscaban desmantelar partes del gobierno y despedir a empleados federales, contando con la colaboración del magnate Elon Musk hasta que su relación se deterioró. Su postura fue firme: endureció las políticas de inmigración, envió tropas a ciudades gobernadas por demócratas y utilizó amenazas legales para silenciar a empresas y organizaciones mediáticas.
La política exterior bajo Trump
En el ámbito internacional, Trump continuó siendo un gran disruptor. Aplicó tarifas que hicieron que las economías alrededor del mundo tambalearan. Mantuvo cumbres con líderes autoritarios de Rusia y China, y su gestión sobre Ucrania, junto con su famosa confrontación con Volodymyr Zelenskyy, demostró su estilo único y provocador.
A pesar de algunos éxitos en sus esfuerzos por la paz en Gaza, el horizonte parece sombrío con tensiones crecientes en Venezuela. “Hemos tenido nueve meses grandiosos. Ahora necesitamos continuar con este impulso”, afirmó Trump la semana pasada, reafirmando su optimismo sobre su gestión.
El impacto de las elecciones de medio término
No obstante, la sombra de las próximas elecciones de medio término se cierne sobre el presidente. Los demócratas confían en recuperar la Cámara, impulsados por el creciente descontento con el costo de vida y la desaprobación hacia Trump, cuyas calificaciones continúan cayendo. En este contexto, funcionarios de la Casa Blanca indican que Trump está poniendo un énfasis renovado en la economía y ampliando su agenda de viajes por el país para escuchar las preocupaciones de los votantes.
A pesar de las críticas que recibe de su propio movimiento Make America Great Again (MAGA) por su enfoque en acuerdos de paz internacionales, Trump debe cumplir las promesas que hizo a los trabajadores estadounidenses. Galston advierte que “las promesas de Trump a la clase trabajadora deben ser cumplidas en los próximos 12 meses”.
El futuro incierto de Trump
La gran pregunta que surge es cuánto podrá avanzar Trump en su agenda. La Corte Suprema de EE. UU. se prepara para emitir decisiones cruciales que podrían no favorecerle, especialmente en lo relacionado con la legalidad de sus tarifas. Además, su administración ha admitido que estas tarifas han incrementado el costo de vida, lo que llevó a reducirlas en productos como café y carne.
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En su segundo año de presidencia, Trump busca convertir esta acción en un legado duradero. Sin embargo, el año 2026 promete ser un desafío lleno de obstáculos, especialmente a medida que se acerca el tiempo de rendir cuentas.1
En su segundo año de presidencia, Trump busca convertir esta acción en un legado duradero. Sin embargo, el año 2026 promete ser un desafío lleno de obstáculos, especialmente a medida que se acerca el tiempo de rendir cuentas.2



