El impacto psicológico de las inundaciones en Eldorado do Sul

Las inundaciones de mayo de 2024 en Eldorado do Sul, una ciudad en la región metropolitana de Porto Alegre, no solo arrasaron propiedades, sino que también dejaron una marca indeleble en la salud mental de sus habitantes. La historia de Suzana Martins de Souza, una técnica en enfermería de 43 años, ilustra la lucha de muchos en la comunidad. Tras la tragedia, donde su hogar se inundó hasta 1,4 metros, Suzana no solo perdió bienes materiales, sino que también enfrentó el surgimiento de una síndrome de pánico que la acompañará por un largo tiempo. Su experiencia refleja un fenómeno más amplio que afecta a la población local, donde el dolor emocional y psicológico se ha convertido en una nueva forma de devastación.

Las consecuencias inmediatas de la tragedia

Cuando las aguas del río Jacuí inundaron Eldorado do Sul, la comunidad se vio obligada a enfrentar la realidad de la evacuación y la pérdida. En medio del caos, Suzana tuvo que huir con su hija de 7 años y su gato, dejando atrás a su hijo de 19, quien permaneció incomunicado durante días. Esta separación y la incertidumbre sobre su bienestar fueron momentos críticos que intensificaron su angustia. «Pensé que había muerto ahogado», recuerda Suzana, lo cual es un testimonio del miedo palpable que se respiraba en esos días.

Un año después de la inundación, los efectos psicológicos se han vuelto evidentes. A medida que Suzana intenta reconstruir su vida con ayuda del INSS y vendiendo dulces, se encuentra luchando contra la ansiedad y el pánico, síntomas que han surgido tras la tragedia. La situación en su comunidad es preocupante; muchos vecinos también están lidiando con problemas de salud mental, lo que lleva a Suzana a afirmar que «la ciudad está enferma». Esta percepción subraya la necesidad urgente de apoyo psicológico en una comunidad que aún intenta recuperarse.

Aumento en la demanda de atención psicológica

Los datos indican un incremento alarmante en la búsqueda de atención psicológica en Eldorado do Sul. Las consultas y tratamientos en centros de atención psicológica se dispararon, pasando de 5 a 461 mensuales. Este aumento del 56,7% en los procedimientos ambulatoriales es un claro indicador de que los efectos secundarios del desastre natural están afectando gravemente el bienestar mental de la población.

Las cifras no mienten; un estudio analítico de datos del sistema de salud revela que las consultas relacionadas con trastornos mentales en hospitales de la región aumentaron un 11,7% en los diez meses posteriores a la inundación. Esto se traduce en decenas de miles de atenciones públicas que evidencian el alcance del impacto emocional generado por la catástrofe. Sin embargo, a pesar de este aumento en la demanda, muchos todavía no buscan ayuda debido a factores como el estigma o la dificultad para acceder a los servicios de salud.

Un panorama preocupante en la salud mental

Los especialistas advierten que la combinación de la calamidad y la posterior falta de acceso a tratamientos de salud mental puede llevar a un deterioro crónico en la calidad de vida de los afectados. «Estamos ante una nueva ola de pacientes, pero también de aquellos que no lograron recibir atención a tiempo», explica la profesora Juliana Nichterwitz Scherer de la Unisinos. Esta situación se complica aún más por la pérdida de medicamentos y recetas, así como por la agudización de condiciones preexistentes.

El estudio realizado por investigadores en la región revela que un 52% de las víctimas presentan síntomas de depresión y ansiedad, y un 42% sufre de trastorno de estrés postraumático (TEPT) en los meses posteriores a la inundación. La recuperación emocional es un proceso lento y doloroso; muchos continúan luchando con la ansiedad ante la posibilidad de nuevas inundaciones, lo que añade una carga adicional a su sufrimiento.

Reflexionando sobre el futuro

En medio de esta crisis, surgen preguntas sobre cómo las comunidades pueden reconstruir no solo sus hogares, sino también su salud mental. A medida que las aguas se retiran, es crucial que se implementen estrategias adecuadas para abordar el bienestar emocional de la población. La experiencia de Suzana y de muchos otros es un recordatorio de que la recuperación tras un desastre natural no solo implica la restauración física, sino también el apoyo psicológico necesario para sanar las heridas invisibles.

La situación en Eldorado do Sul es un reflejo de un problema mayor. La salud mental tras desastres climáticos debe ser una prioridad en la agenda pública, y es esencial que los organismos de salud y la sociedad en general actúen para prevenir un aumento de los trastornos mentales entre los afectados. Las historias de resiliencia y lucha como la de Suzana son inspiradoras, pero también subrayan la urgencia de un cambio que permita a las comunidades sanar y reconstruirse de manera efectiva.