A veces conoces a una persona o escuchas una historia que en un instante te devuelve la fe en la humanidad. Era un día perfectamente normal cuando una mujer, Lisa Lemming Jackson, de Georgia, fue a comprar al supermercado. Allí conoció a un veterano que necesitaba ayuda; se había mojado los pantalones.
Mujer ayuda a un veterano que mojó sus pantalones en el supermercado
Esta historia trata de la fuerza y la conexión que los seres humanos siguen compartiendo entre sí, a pesar de todos los conflictos que vemos en el mundo. Los momentos de compasión, como el que se produce entre Lisa, un veterano necesitado de ayuda y el personal de un supermercado, son, en mi opinión, la prueba de que «los humanos todavía se preocupan por los demás».
Todo empezó un día de agosto. Lisa Lemming Jackson estaba comprando en el supermercado local en Georgia, Estados Unidos. Mientras deambulaba por los pasillos, se fijó de repente en un hombre mayor con pánico en los ojos. Parecía que necesitaba ayuda. Mientras seguía observándolo, se dio cuenta de que algo iba mal.
«Acabo de pasar 2 horas con un anciano en el supermercado. Todo empezó cuando le sonreí, le miré. Al pasar junto a él, parecía necesitar algo. Así que volví y le pregunté si podía ayudarle de alguna manera. Se le llenaron los ojos de lágrimas y dijo: «Tengo cáncer de colon y acabo de tener un terrible accidente. Si me levantara de este carro todo el mundo lo sabría… ¿Qué puedo hacer?»
«Su mirada, como si hubiera perdido toda la dignidad, me dejó un nudo en la garganta. Desde ese momento, el personal del supermercado nos trajo toallitas y ropa interior. Luego lo llevaron, muy discretamente, a la zona de baños de los empleados. Allí también le dieron algo de ropa. Empezó a llorar y a disculparse. Dijo que tenía que darse prisa porque su mujer estaba sola en casa».
«Cuando le llevé a la caja, encontramos su compra ya embolsada y pagada. Se puso a llorar aún más. Me dijo que había estado en la guerra de Vietnam y Corea y que amaba a su país, pero que hasta ese día sentía que su país se había olvidado de él».
«Ambos lloramos y yo también le conté mis problemas y temores… Me dio palabras de sabiduría y me animó, sugiriendo que tal vez la humanidad aún se preocupa por los demás después de todo. Hoy ha sido una prueba de ello».
Creo que esta mujer es un gran ejemplo de cómo una pequeña acción puede marcar una gran diferencia.
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