Una exenfermera británica que perdió las dos piernas y un brazo después de que una tos se convirtiera en sepsis se suicidó. La mujer fue encontrada ahorcada por su marido, según se dijo en una investigación.
Jayne Carpenter pasó nueve semanas en un hospital luchando por su vida mientras estaba en coma.
La mujer, de 53 años, de Merthyr Tydfil, en el sur de Gales, había acudido al médico con tos, pero le diagnosticaron neumonía y sepsis y pasó dos meses en coma, según MSN News.
Un mal diagnóstico médico hace que una mujer se suicide
Jayne perdió cuatro dedos de la mano derecha, el brazo izquierdo por debajo del codo y las dos piernas.
La valiente enfermera recaudó fondos para someterse a una cirugía pionera de las extremidades que no estaba disponible en el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (NHS).
Pero, a pesar de haber recaudado más de 25.000 dólares, la investigación sobre su muerte se enteró de que «no tenía calidad de vida, sino que la soportaba».
En diciembre del año pasado, Rob, el marido de Jayne, recibió una llamada de su mujer pidiéndole que recogiera a su perro.
Cuando llegó a casa la encontró ahorcada. La exenfermera se suicidó en un declive emocional.
El hombre de 56 años describió a su esposa como «una persona increíble» en una declaración leída en la investigación. Añadió: «La estrella más brillante de mi cielo se ha apagado».
Jayne había sorprendido a su familia durante su recuperación e incluso utilizó sus experiencias para «ayudar a la educación de los estudiantes de medicina».
La salud mental de Jayne
Pero en noviembre de 2019 su marido notó un «repentino declive» en su salud mental y ella comenzó a beber más alcohol, dijo.
La investigación escuchó que Jayne había tenido dos veces una sobredosis y que el cierre de la pandemia en el Reino Unido significaba que no podía hacer las cosas que normalmente le gustaban.
La doctora Sarah-Jane Richards, forense adjunta de la región central de Gales del Sur, declaró que «sin duda, la pérdida de sus extremidades supuso un cambio de vida para esta mujer, hasta entonces sana y activa».
Añadió que su muerte se produjo «en el contexto de unos acontecimientos traumáticos que cambiaron su vida y que pusieron en entredicho su deseo de vivir».
Su desconsolado marido dijo que Jayne era una persona «alegre, burbujeante y sociable» a la que le apasionaba «viajar por todo el mundo».
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