La presidenta Claudia Sheinbaum ha dejado claro que su administración no se dejará intimidar por las críticas, especialmente cuando se trata de la soberanía nacional. En su última conferencia matutina de la semana, abordó temas cruciales, como la certificación de las fuerzas de seguridad mexicanas por parte de agencias estadounidenses y la reacción de los medios ante su gobierno. Esto no es solo un tema de política, sino una cuestión que toca la fibra sensible de la identidad nacional y la percepción de la seguridad en el país.
La certificación de las fuerzas de seguridad mexicanas
Durante la conferencia, un periodista cuestionó a Sheinbaum sobre la razón por la que las agencias estadounidenses revisan a la “policía ministerial” en México. Este interrogante surge en un contexto donde el ICE (Immigration and Customs Enforcement) de EE.UU. anunció que una unidad verificada por ellos desmanteló laboratorios de producción de drogas en Sinaloa. A lo que la presidenta respondió que la certificación de las fuerzas de seguridad es un proceso que data de hace tiempo, incluso antes de su predecesor, Andrés Manuel López Obrador. Este tipo de certificaciones busca asegurar que los miembros de las fuerzas de seguridad no estén involucrados en la corrupción o el crimen organizado, un tema que, si bien tiene buenas intenciones, ha demostrado ser problemático en la práctica.
El impacto del acuerdo Mérida
El acuerdo Mérida, firmado en 2008, es clave para entender la dinámica de esta relación. Este pacto de cooperación en materia de seguridad entre México y EE.UU. busca fortalecer las capacidades de las fuerzas de seguridad mexicanas, pero no ha estado exento de críticas. Según un artículo de 2021 de la Brookings Institution, el gobierno mexicano ha abogado por exenciones de la verificación para altos funcionarios, lo que ha generado tensiones y ha dificultado la colaboración efectiva. La historia de Genaro García Luna, exministro de seguridad, quien fue condenado en EE.UU. por collusión con el Cartel de Sinaloa, es un recordatorio sombrío de los riesgos de esta dinámica.
La reacción de los medios y la percepción pública
El tema de la intervención estadounidense generó un intenso debate mediático. Sheinbaum fue interrogada sobre si ciertos medios habían lanzado una “campaña” para alarmar a los mexicanos acerca de una supuesta intervención de EE.UU. Ella respondió que los medios siempre encontrarán motivos para criticar su gestión, sin importar lo que haga. “Si hubiera asistido a los funerales del Papa, también me habrían criticado”, comentó, reflejando la frustración que siente ante la cobertura de algunos sectores. Esta situación evidencia un desafío mayor: cómo la narrativa mediática puede influir en la percepción pública y en la estabilidad del gobierno.
Colaboración sin subordinación
A pesar de las tensiones, Sheinbaum enfatizó que su gobierno colabora con EE.UU. en muchos asuntos, pero que no acepta la subordinación. Es un punto crucial en sus declaraciones: la necesidad de mantener una relación de respeto mutuo. Habló sobre el debate legislativo en EE.UU. acerca de un impuesto a las remesas que envían inmigrantes no ciudadanos, un tema que afecta directamente a muchas familias mexicanas. “Nuestra idea es tener la mejor relación posible con EE.UU., pero siempre desde un lugar de respeto”, subrayó.
Reflexiones finales sobre la soberanía y la identidad
La defensa de la soberanía mexicana no es solo un discurso político; es una cuestión de identidad nacional. En tiempos donde la globalización y la interdependencia son la norma, el desafío es encontrar un equilibrio entre la colaboración internacional y la autonomía. Sheinbaum, al enfatizar que representa al pueblo de México y no a sí misma, toca un tema que resuena profundamente en el corazón de muchos ciudadanos. En mi opinión, esta batalla por la soberanía es uno de los temas más relevantes en la política contemporánea, y es evidente que el futuro de esta relación entre México y EE.UU. seguirá siendo objeto de debate y análisis.
