El pasado 22 de noviembre, el Parque Estadio Nacional de Santiago vibró con la llegada de Shakira. La cantante colombiana, reconocida por su inconfundible estilo y poder escénico, ofreció un espectáculo que fusionó sus más grandes éxitos con un mensaje de empoderamiento femenino y amor propio. Este evento marcó su segundo regreso al país en menos de un año, y la anticipación por su presentación era palpable entre los asistentes.
A diferencia de su primera visita en marzo, que estuvo cargada de un sentimiento de revancha, esta vez el ambiente era más festivo y acogedor. La artista ya había dejado huella con su éxito rotundo en giras anteriores, y en mayo se destacó como la única latina en el ranking de las diez giras más exitosas del 2025, según Billboard.
Un espectáculo pensado para el público
El evento comenzó con un cálido saludo que daba la bienvenida a la manada de fans que esperaban ansiosos. El recinto estaba decorado con imágenes de gran tamaño de Shakira, que sonreía en cada rincón, desde los anuncios publicitarios hasta las estaciones del metro. Este ambiente envolvente hizo que los asistentes se sintieran parte de algo especial desde el primer momento.
Conexión directa con el público
Cerca de las 22:00 horas, Shakira hizo su entrada triunfal, rodeada de sus bailarinas. Antes de subir al escenario, tuvo la oportunidad de interactuar con el público, que en su mayoría era femenino, incluyendo a muchas niñas. Con una mezcla de techno y pop, abrió el show con su tema La Fuerte. “Gracias Santiago por esperarme, definitivamente no hay mejor reencuentro que el de una lobita con su manada chilena”, expresó emocionada.
El espectáculo se caracterizó por la alternancia entre sus clásicos y las canciones más recientes. Shakira no solo cantó Las de la intuición y Estoy aquí, sino que también incluyó temas como TQG y Te felicito, demostrando su habilidad para conectar con diferentes generaciones de fans.
Celebrando la maternidad y el amor propio
Un momento particularmente conmovedor del espectáculo fue cuando Shakira incluyó a sus hijos, Milan y Sasha, en una interpretación de Acróstico. Esta participación no solo resaltó su faceta como madre, sino que también habló directamente a las espectadoras que asistieron con sus propias hijas, creando un vínculo emocional entre ellas. La artista enfatizó la importancia del amor propio, diciendo: “El amor por otro es bonito, pero es más bonito el amor propio” antes de cantar Soltera.
Impacto visual y musical
El uso de elementos audiovisuales fue otro aspecto destacado del show. Las pantallas mostraron imágenes de la naturaleza y secuencias que parecían salidas de un videoclip, lo que sumó a la experiencia visual. Durante la interpretación de Hips don’t lie, Shakira sorprendió al reproducir los mismos movimientos del clip original, evocando recuerdos de su ascenso meteórico en el mercado estadounidense.
Shakira también se tomó la libertad de reinterpretar algunos de sus clásicos. Por ejemplo, la introducción de Monotonía fue abordada con un toque de guitarra que ofreció un aire fresco a la canción. Asimismo, presentó una versión más etérea de Ojos así, que encantó a los presentes. En un emotivo segmento, la artista tocó Pies descalzos, Sueños blancos y Antología, logrando una conexión especial con el público que coreaba cada letra.
Un cierre espectacular
Para cerrar la noche, el espectáculo no escatimó en luces, confeti y cambios de vestuario. Shakira revisitado sus temas más emblemáticos, desde Día de enero hasta Suerte (Whenever, Wherever), dejando al público en un estado de euforia. La última parte del show incluyó She Wolf y la exitosa BZRP Music Sessions #53, que resonó fuertemente entre los jóvenes, tanto de la generación Z como de los millennials.
Shakira no solo ofreció un concierto inolvidable, sino que también transmitió un mensaje poderoso sobre el empoderamiento femenino y la importancia de amarse a sí misma. Su habilidad para conectar con el público, su impresionante repertorio y su carisma hicieron de esta noche una experiencia memorable para todos los presentes.



