El pasado sábado, Rodrigo Paz asumió la presidencia de Bolivia, marcando un cambio significativo en la política nacional tras casi dos décadas de dominio del Movimiento al Socialismo (MAS). Su enfoque pro-empresarial lo enfrenta a grandes retos económicos, como una inflación que supera el 20% y una preocupante escasez de combustibles.
Con 58 años y proveniente de una familia con un legado político considerable, Paz tomó posesión en una ceremonia formal en el Congreso boliviano. A pesar de la intensa lluvia exterior, su discurso reflejó un firme compromiso con el país y la intención de abrir Bolivia al mundo, tras años de políticas aislacionistas.
Un cambio de rumbo en la política boliviana
La victoria de Paz en las elecciones del 19 de octubre fue notable, obteniendo un 54.5% de los votos en un contexto donde el MAS había dominado la escena política. En su mensaje, enfatizó que la era de un Bolivia aislado y vinculado a ideologías fallidas ha llegado a su fin. Su propuesta de un “capitalismo popular” busca transformar la economía mediante políticas de descentralización y reducción de impuestos.
Restauración de relaciones diplomáticas
Uno de los primeros pasos de Paz ha sido restablecer las relaciones diplomáticas de alto nivel con Estados Unidos, después de una ruptura que duró 17 años. Este gesto simboliza un giro hacia políticas más amigables con el Occidente, tras el distanciamiento que caracterizó la administración de Evo Morales. Durante su ceremonia de investidura, Paz se comprometió a no permitir que Bolivia permanezca aislada y a construir puentes con naciones democráticas.
Desafíos económicos urgentes
Al asumir, Rodrigo Paz enfrenta la crisis económica más severa en las últimas cuatro décadas. La escasez de combustible y la inflación descontrolada han llevado a los ciudadanos a hacer largas filas para abastecerse de gasolina. Esta situación es resultado del agotamiento de las reservas de divisas por parte del gobierno saliente, que utilizó esos recursos para mantener subsidios.
Promesas y realidades contradictorias
A pesar de sus promesas de mantener programas sociales mientras estabiliza la economía, los expertos advierten que lograrlo será un objetivo complicado. En campaña, Paz prometió un enfoque de “capitalismo para todos”, pero los analistas se muestran escépticos sobre la viabilidad de sus planes. Atraer inversiones extranjeras y fomentar la economía formal es vital, así como mantener el bienestar de las comunidades más vulnerables.
Paz, quien cuenta con experiencia política como alcalde y legislador, deberá construir alianzas en un congreso donde su partido, el Partido Demócrata Cristiano (PDC), no tiene una base sólida. Su éxito dependerá de su capacidad para unir diferentes sectores sociales y económicos bajo su liderazgo.
Un nuevo enfoque en política exterior
En el ámbito internacional, el nuevo presidente promete redefinir la posición de Bolivia en el escenario global. Con un discurso centrado en la democracia y los derechos humanos, Paz ha manifestado su deseo de abrir el país a nuevas relaciones, priorizando aquellos estados que respeten estos valores. Esto incluye la intención de mejorar los lazos con países como Brasil, Chile y Perú.
El presidente ha dejado claro que su gobierno no alineará automáticamente a Bolivia con naciones que considere antidemocráticas, como Venezuela y Cuba. Con un enfoque pragmático, busca restablecer la credibilidad de Bolivia en el contexto internacional y atraer inversiones sin comprometer la soberanía sobre los recursos naturales del país.
A medida que Rodrigo Paz inicia su mandato, la expectativa es alta. La sociedad boliviana observa de cerca cómo este nuevo liderazgo enfrentará una realidad económica desafiante y si logrará cumplir con las promesas de cambio que resonaron durante su campaña electoral.



