El pasado 18 de diciembre, la vigésima edición de Gran Hermano en España llegó a su emocionante conclusión, revelando a Rocío Gallardo como la ganadora tras 42 días de convivencia. Esta edición se ha distinguido por ser la más corta en la historia del programa y por tener el récord de audiencia más bajo. Rocío, originaria de Jerez de la Frontera, logró conectar con la audiencia gracias a su personalidad espontánea y carismática, lo que le valió el apoyo mayoritario en la votación final.
En la gran final, Rocío compitió con tres finalistas: Cristian, Aquilino y Raúl. El presentador Jorge Javier Vázquez anunció su victoria, desatando una ola de alegría tanto en Rocío como en el público presente. Con el maletín de 300.000 euros en mano, la ganadora no ocultó su sorpresa y emoción, expresando que se encontraba «en shock» tras conocer el resultado.
Un recorrido lleno de emociones
A lo largo de su estancia en la casa, Rocío vivió momentos que resonaron emocionalmente con la audiencia. Su conexión con Desirée, su amiga de toda la vida que ingresó al programa junto a ella, fue uno de los aspectos más destacados de su participación. Ambas compartieron risas, lágrimas y reflexiones, lo que hizo que su amistad se fortaleciera aún más.
Momentos emotivos en la final
La final no estuvo exenta de sorpresas. A medida que se revelaban los resultados, los finalistas recibieron mensajes especiales de sus seres queridos. Cristian, por ejemplo, se emocionó al escuchar un mensaje de su hija pequeña, lo que le provocó lágrimas de felicidad. Rocío también disfrutó de un hermoso tributo musical preparado por amigos y familiares, lo que la llevó a abrazar a su madre en un emotivo encuentro.
Durante la gala, Aquilino fue sorprendido con una coreografía alegre, mientras que Raúl pudo comunicarse con su novia y disfrutar de un regalo gastronómico que había extrañado durante su encierro. Estos momentos de conexión humana fueron fundamentales para mantener el interés del público en la final.
Un final marcado por la crítica
A pesar de la victoria de Rocío, la edición de Gran Hermano 20 ha sido objeto de críticas por sus bajos índices de audiencia. Con solo un 10% de cuota de pantalla y 582.000 espectadores, la final se convirtió en la menos vista de la historia del programa. Esto ha generado un debate sobre el futuro del reality en la televisión española, que ha visto un descenso notable en el interés del público.
Comparativa con ediciones anteriores
Comparando esta edición con la anterior, Gran Hermano 19, la audiencia ha caído en picado. La final de la temporada anterior reunió a más de un millón de televidentes, alcanzando un 18,3% de cuota de pantalla. En contraste, Gran Hermano 20 ha evidenciado una crisis de audiencia que preocupa a la cadena Telecinco, que promedia un share diario de solo el 8%.
El debut de esta edición también fue desalentador, marcando un 15,8% con 889.000 espectadores, lo que ya indicaba un posible descalabro. Los debates y las ediciones diarias no lograron captar la atención del público, resultando en cancelaciones y reestructuraciones de programación. Estas cifras son alarmantes, especialmente si se considera que la final de la edición anterior había sido un fenómeno social, atrayendo a más de 9 millones de espectadores en su momento.
La historia de Rocío Gallardo en Gran Hermano 20, aunque marcada por el éxito personal, se ve empañada por la realidad del formato, que enfrenta un futuro incierto. Sin embargo, la jerezana ya ha compartido sus planes para utilizar su premio, que incluye ayudar a su amiga Desirée y planear un viaje con su familia a República Dominicana. Este gesto de generosidad refleja la conexión que ha forjado a lo largo de su experiencia en el programa.
