Renovando la atención médica en Zihuatanejo: la historia de la Clínica El Limón

Imagina llegar a tu lugar de trabajo y encontrarlo completamente desolado, sin señales de vida ni propósito. Esta fue la impactante realidad que enfrentó la doctora Arena Antonia González Molina un día en la Clínica El Limón, un centro médico ubicado en una zona de bajos ingresos en Zihuatanejo. La clínica, que había sido creada para servir a su comunidad, estaba despojada de todo: herramientas quirúrgicas, camas de hospital e incluso suministros básicos como papel higiénico habían desaparecido.

Para comprender la magnitud de esta situación, es necesario repasar la trayectoria de la doctora Molina. Se graduó en 2015 de la reconocida Universidad Michoacana de Nicolás, donde cultivó su pasión por la medicina. Tras completar su internado en el Hospital General de Zihuatanejo, obtuvo un puesto en el gobierno que le brindó estabilidad financiera. Durante este tiempo, conoció al doctor Roderick Hernández, fundador de la Clínica El Limón, y decidió dedicar parte de su tiempo a ayudar a quienes más lo necesitaban.

Los desafíos de la Clínica El Limón

Inicialmente, la doctora Molina trabajaba en la clínica a tiempo parcial. Sin embargo, pronto se hizo evidente que el centro estaba en apuros, atendiendo apenas a veinte pacientes al mes. Esta situación dio un giro drástico cuando descubrió la clínica vacía y abandonada. Los miembros del personal comenzaron a irse en busca de empleos mejor remunerados, y el futuro de la clínica parecía sombrío. No obstante, la comunidad local, conocida por su resiliencia, se unió, decidida a apoyar la misión del centro.

Con el aliento del doctor Hernández y el doctor Serralde, un especialista respetado que a veces ofrecía su apoyo en la clínica, la doctora Molina tomó la valiente decisión de renunciar a su seguro trabajo en el gobierno y enfocarse completamente en salvar la clínica. El doctor Serralde se comprometió a ayudar con el suministro de materiales esenciales, aportando monitores, equipos médicos y otros elementos necesarios para mantener la clínica en funcionamiento.

Apoyo comunitario y esfuerzos de recaudación

Al reconocer su falta de experiencia en la gestión de una clínica, la doctora Molina buscó ayuda de dos amigos canadienses, Larry Wright y Ray Lenovitch. Ellos le sugirieron lanzar una campaña de GoFundMe, que recaudó exitosamente 150,000 pesos. Además, Lenovitch organizó un evento privado en su casa, lo que les permitió saldar la mayoría de las deudas y mantener la clínica operativa, aunque los fondos seguían siendo extremadamente limitados.

Sin embargo, las dificultades financieras no fueron el único obstáculo en su camino. Problemas de larga data habían generado preocupaciones significativas por parte de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), que supervisa las instalaciones de salud en México. Ante la amenaza de cierre, la doctora Molina y su equipo debieron abordar rápidamente diversas cuestiones regulatorias, incluyendo la falta de acuerdo con un recolector de desechos biológicos y serias preocupaciones de higiene, como la presencia de moho en el área quirúrgica.

Revitalizando la clínica

Decidida a revertir la situación, la doctora Molina y un pequeño equipo, compuesto por cinco enfermeras y un personal de limpieza comprometido, se arremangaron y se pusieron a trabajar. Limpiaron a fondo la clínica, abordando el problema del moho al retirar los azulejos contaminados y repintar las instalaciones. Sus incansables esfuerzos transformaron la clínica en un espacio funcional que cumplía con los estándares legales y de salud.

Después de un mes de operaciones, la doctora Molina enfrentó la difícil decisión de reducir el personal, quedando solo ella y una estudiante de enfermería debido a la baja cantidad de pacientes. A pesar de los desafíos económicos, mantuvo su compromiso de brindar atención a los locales que a menudo no podían costearla. «Muchos miembros de la comunidad luchan por pagar nuestra tarifa estándar de 500 pesos. Tenemos pacientes que ofrecen productos agrícolas o incluso dulces a cambio de tratamiento, y nunca rechazamos a nadie», afirmó.

Mirando al futuro con optimismo

Afortunadamente, días más brillantes parecían asomarse en el horizonte con la llegada de la temporada turística. Este aumento de visitantes proporcionó un renovado sentido de esperanza para la clínica. La doctora Molina comentó: «Tenemos muchos clientes de habla inglesa, principalmente expatriados que valoran mis habilidades bilingües, y el boca a boca positivo nos ha ayudado significativamente».

Los testimonios de pacientes satisfechos subrayan el impacto del trabajo de la doctora Molina. Richard Black, un expatriado estadounidense, comentó: «¡La doctora Molina es excepcional! Conoce su oficio y se toma el tiempo para explicarme mis problemas de salud. Me siento afortunado de tenerla como mi doctora».

Para comprender la magnitud de esta situación, es necesario repasar la trayectoria de la doctora Molina. Se graduó en 2015 de la reconocida Universidad Michoacana de Nicolás, donde cultivó su pasión por la medicina. Tras completar su internado en el Hospital General de Zihuatanejo, obtuvo un puesto en el gobierno que le brindó estabilidad financiera. Durante este tiempo, conoció al doctor Roderick Hernández, fundador de la Clínica El Limón, y decidió dedicar parte de su tiempo a ayudar a quienes más lo necesitaban.0

Para comprender la magnitud de esta situación, es necesario repasar la trayectoria de la doctora Molina. Se graduó en 2015 de la reconocida Universidad Michoacana de Nicolás, donde cultivó su pasión por la medicina. Tras completar su internado en el Hospital General de Zihuatanejo, obtuvo un puesto en el gobierno que le brindó estabilidad financiera. Durante este tiempo, conoció al doctor Roderick Hernández, fundador de la Clínica El Limón, y decidió dedicar parte de su tiempo a ayudar a quienes más lo necesitaban.1

Para comprender la magnitud de esta situación, es necesario repasar la trayectoria de la doctora Molina. Se graduó en 2015 de la reconocida Universidad Michoacana de Nicolás, donde cultivó su pasión por la medicina. Tras completar su internado en el Hospital General de Zihuatanejo, obtuvo un puesto en el gobierno que le brindó estabilidad financiera. Durante este tiempo, conoció al doctor Roderick Hernández, fundador de la Clínica El Limón, y decidió dedicar parte de su tiempo a ayudar a quienes más lo necesitaban.2

Para comprender la magnitud de esta situación, es necesario repasar la trayectoria de la doctora Molina. Se graduó en 2015 de la reconocida Universidad Michoacana de Nicolás, donde cultivó su pasión por la medicina. Tras completar su internado en el Hospital General de Zihuatanejo, obtuvo un puesto en el gobierno que le brindó estabilidad financiera. Durante este tiempo, conoció al doctor Roderick Hernández, fundador de la Clínica El Limón, y decidió dedicar parte de su tiempo a ayudar a quienes más lo necesitaban.3