En una contundente muestra de solidaridad y rechazo, miles de personas se congregaron el sábado en las calles de la capital argentina para protestar por el reciente y trágico asesinato de tres jóvenes en Florencio Varela, un caso que las autoridades han vinculado al narcotráfico. Este suceso ha desatado una ola de indignación a nivel nacional, mientras los ciudadanos claman por justicia para las víctimas.
La protesta fue liderada por el colectivo Ni Una Menos, reconocido por su lucha contra la violencia de género, junto a numerosas organizaciones. Portando pancartas con los nombres de las víctimas—Lara, Brenda y Morena—los manifestantes corearon consignas como “¡Fue un narco-feminicidio!” y “¡Nuestras vidas no son descartables!” mientras marchaban por Buenos Aires, acompañados de tambores y gritos de unidad.
Detalles del trágico incidente
Las jóvenes víctimas, las primas Morena Verdi (20) y Brenda Del Castillo (20), junto a Lara Gutiérrez (15), fueron encontradas por la policía el miércoles, cinco días después de su desaparición. Sus cuerpos fueron desenterrados en el patio de una casa en Florencio Varela, un barrio situado en las afueras del sur de Buenos Aires. Habían sido vistas por última vez el 19 de septiembre, y su desaparición conmocionó a la comunidad.
Las autoridades sospechan que el sangriento crimen fue orquestado por bandas de narcotraficantes locales, quienes supuestamente transmitieron en vivo el brutal acto a una audiencia selecta en redes sociales. Esta revelación ha intensificado las demandas de justicia, mientras los ciudadanos exigen responsabilidad por las atroces acciones de estos criminales.
Reacciones públicas y protestas
Las manifestaciones no se limitaron a Buenos Aires; ciudades de Argentina, como Córdoba, Bariloche y Rosario, también fueron escenario de protestas en solidaridad con las familias de las víctimas. Asistieron organizaciones políticas, grupos sociales y ciudadanos preocupados, todos unidos en su demanda de justicia. La marcha comenzó en la emblemática Plaza de Mayo y culminó en el Congreso argentino, simbolizando la lucha colectiva contra la violencia de género y los crímenes relacionados con el narcotráfico.
Durante la protesta, el padre de Brenda, Leonel Del Castillo, expresó su dolor, explicando cómo no pudo reconocer el cuerpo de su hija debido al trato inhumano que sufrió. Su súplica emocional subrayó la urgente necesidad de medidas de protección para las mujeres en la sociedad. Por su parte, Antonio Del Castillo, abuelo de las primas asesinadas, describió a los perpetradores como “sedientos de sangre,” lamentando la creciente violencia contra la juventud. Declaró: “Hoy nos tocó perder a dos hijos. Esta vez se llevaron tres vidas; mañana serán cuatro, luego cinco.”
Investigación y arrestos
A medida que avanza la investigación, las autoridades han realizado varios arrestos, sumando un total de cinco sospechosos, entre ellos tres hombres y dos mujeres. El arresto más reciente tuvo lugar en Villazón, cerca de la frontera con Bolivia, donde un sospechoso fue detenido por supuestamente brindar apoyo logístico para el crimen. El presunto autor intelectual, identificado como Tony Janzen Valverde Victoriano, de 20 años, conocido como “Pequeño J,” sigue prófugo, lo que ha llevado a la policía a solicitar una orden de arresto internacional.
Informes indican que las víctimas fueron engañadas bajo la promesa de asistir a una fiesta, solo para convertirse en víctimas de un brutal castigo por supuestamente violar los códigos de la banda. La policía se enteró sobre la transmisión en vivo del evento a través de uno de los sospechosos detenidos durante el interrogatorio. Se alega que un líder de la banda hizo una escalofriante declaración durante la transmisión, advirtiendo a otros sobre el robo.
Implicaciones sociales y activismo
Los asesinatos han reavivado las discusiones sobre problemas sistémicos en Argentina, particularmente el impacto de los recortes gubernamentales en las políticas de atención a la violencia de género. Activistas de derechos sostienen que estas reducciones han contribuido a una cultura de impunidad y violencia, especialmente contra las mujeres en comunidades vulnerables. Muchos manifestantes expresaron su frustración por la representación mediática de las víctimas, subrayando que la sociedad a menudo traslada la culpa a las víctimas en lugar de centrarse en los perpetradores.
Yamila Alegre, una trabajadora del cuero que participó en la protesta, criticó la narrativa en torno a las víctimas, instando a un cambio de enfoque hacia las identidades de los criminales. Las familias de las víctimas también han insistido en desafiar los estigmas que las rodean; la tía de Lara declaró: “Hay pobreza en nuestro barrio, pero lo que se dice sobre Lara es falso.” La manifestación estuvo marcada por llamados a la justicia y rendición de cuentas, con legisladores de izquierda destacando la urgente necesidad de acción contra la violencia de drogas y los feminicidios.
La protesta fue liderada por el colectivo Ni Una Menos, reconocido por su lucha contra la violencia de género, junto a numerosas organizaciones. Portando pancartas con los nombres de las víctimas—Lara, Brenda y Morena—los manifestantes corearon consignas como “¡Fue un narco-feminicidio!” y “¡Nuestras vidas no son descartables!” mientras marchaban por Buenos Aires, acompañados de tambores y gritos de unidad.0