La tragedia golpeó a la familia Bowen en 2018 cuando el pequeño Crosby Bowen, que tenía casi 3 años en ese momento, falleció repentinamente. Ahora el padre y su hija luchan juntos contra el cáncer.
Padre e hija luchan juntos contra el cáncer
Lo que en un principio parecía ser un malestar estomacal, dejó a Crosby fatigado y con náuseas. Después de vomitar un par de veces, su salud empeoró repentinamente. Más tarde, su familia se enteró de que el niño tenía un enorme tumor cerebral, un glioblastoma de grado 4, que es «un tumor cerebral muy agresivo».
Un año más tarde, la familia dio la bienvenida a una hija, Annabelle, que ahora tiene 2 años. En febrero de 2021, a ella también se le diagnosticó cáncer, dejando a los médicos desconcertados sobre la razón por la que los niños Bowen seguían desarrollando cáncer. «Los médicos dijeron: ‘Vale, este es tu segundo hijo que tiene cáncer. Vamos a analizar su genética y a descubrirlo'», recuerda Nate Bowen, de 41 años, padre de Annabelle.
«Cuando tienes varios hijos jóvenes que tienen cáncer, suele haber una mutación genética asociada», añadió. Los resultados de la prueba mostraron una rara condición genética llamada síndrome de Li-Fraumeni en Annabelle, que es una mutación en el gen TP53, algo que normalmente impide el crecimiento del tumor. Pero aumenta la probabilidad de cáncer en un niño o un adulto joven.
Esta mutación puede producirse de forma espontánea, pero suele transmitirse a los niños a través de la familia. Y las pruebas genéticas revelaron en julio de 2021 que Bowen también la tenía. Por ello, los médicos le aconsejaron que se sometiera a pruebas periódicas de detección del cáncer. Durante una de esas pruebas, en septiembre, los médicos descubrieron un tumor cerebral. «No tenía ningún síntoma», cuenta Bowen. «Me hicieron una resonancia magnética cerebral y entonces descubrieron que tenía un gran tumor en el cerebro».
A pesar de que su hijo murió a causa de la espantosa enfermedad contra la que ahora luchan juntos él y su hija, la familia ha decidido mantenerse optimista. «El hecho de que mi hija tuviera cáncer me llevó a realizarme pruebas genéticas, lo que nos permitió, con suerte, detectarlo con suficiente antelación«, compartió. «Es una de esas cosas agridulces en las que hay una parte mala que viene de ahí. Pero hay una parte buena».
Fue a finales de 2020 cuando la familia notó un bulto creciente en la pierna de Anabelle. Tras unas resonancias magnéticas, a la pequeña le diagnosticaron un rabdomiosarcoma, un cáncer de tejidos blandos del músculo. En marzo del año pasado, los médicos lograron extirparle todo el tumor antes de comenzar con la quimioterapia, que se supone que terminará el 24 de enero. Anabelle tenía trágicamente una mutación, algo que Bowen desarrolló por su cuenta.
«Mis padres dieron negativo en esta mutación, así que la desarrollé por mi cuenta», dijo. Su esposa Allison y sus dos hijos mayores, Dalton, de 8 años, y Tessa, de 4, tampoco la tienen. «Muchas veces la mutación (p53) se asocia a que los niños más pequeños tengan cáncer», señaló Bowen, que nunca tuvo cáncer de niño. La mayor parte de su tumor cerebral se extirpó en octubre y, sin embargo, no se está sometiendo a radiación y quimioterapia, ya que podría aumentar las posibilidades de desarrollar otro tipo de cáncer.
«Intentamos ser muy cuidadosos y sólo hacerlo si es absolutamente necesario», dijo. «Los médicos) me han quitado el 90%, así que aún me queda el 10%». Aunque es un momento duro para el padre, que no sólo está lidiando con su propia enfermedad sino que también está preocupado por el estado de su hijo menor, siente que le ha acercado a su familia.
«He llegado a ver a mi mujer bajo una luz diferente y realmente respeto la mujer que es y lo fuerte que es», dijo. «Nuestro amor mutuo ha crecido a través de las pruebas y estamos tratando de ser tan positivos como podemos».
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