El reciente acuerdo entre México y Estados Unidos sobre la crisis de aguas residuales que afecta a la región costera de Tijuana-San Diego nos deja con muchas interrogantes. ¿Realmente este es el cambio que tanto se necesita, o es solo otra promesa que podría desvanecerse con el tiempo? La firma de un memorándum de entendimiento (MOU) el pasado jueves busca abordar un problema ambiental que ha persistido durante años, donde las aguas residuales de México han contaminado el océano Pacífico. Sin embargo, la historia detrás de este acuerdo es mucho más compleja de lo que parece.
Los números detrás del acuerdo
La firma del MOU entre la Ministra de Medio Ambiente de México, Alicia Bárcena, y el Administrador de la EPA de EE. UU., Lee Zeldin, se basa en compromisos concretos. México destinará 93 millones de dólares en 2026 y 2027 para mejorar el sistema de alcantarillado de Tijuana, con la esperanza de que los proyectos se completen antes del 31 de diciembre de 2027. Este compromiso financiero refleja la necesidad urgente de abordar la crisis, pero también surge la pregunta: ¿cómo se asignarán y supervisarán estos fondos?
La EPA ha destacado que este acuerdo se alinea con las prioridades del gobierno anterior, pero ¿realmente se están considerando las lecciones aprendidas de fracasos pasados en proyectos similares? Los datos de crecimiento y la efectividad de los proyectos son cruciales. Algunos plazos se han reducido en hasta cuatro años, lo que podría ser un indicativo de un enfoque más agresivo hacia la solución de esta crisis. Sin embargo, el constante crecimiento de la población en Tijuana y el aumento de la industria están ejerciendo más presión sobre un sistema de alcantarillado que ya se encuentra al borde del colapso. La pregunta persiste: ¿se están abordando las causas fundamentales de este problema o simplemente se están aplicando soluciones superficiales?
Estudio de caso: lecciones del pasado
La historia de las colaboraciones entre México y EE. UU. en cuestiones ambientales está llena de fracasos y desilusiones. He visto demasiadas startups fallar por no aprender de sus errores, y esto se refleja en la gestión de aguas residuales en esta región. Proyectos anteriores se han quedado cortos en términos de financiamiento, ejecución y, en muchos casos, atención política. La falta de un enfoque sostenido ha llevado a que la situación ambiental se agrave, afectando la salud pública y los ecosistemas marinos. La EPA ha señalado que la contaminación ha causado problemas de salud a usuarios de playas y a agentes de la Patrulla Fronteriza, lo que subraya la urgencia de actuar.
Aun así, hay ejemplos de éxito que pueden servir como guía. Iniciativas en otras regiones han logrado reducir significativamente la contaminación mediante una combinación de financiamiento adecuado, colaboración interinstitucional y un enfoque basado en datos que prioriza el bienestar de las comunidades afectadas. La clave está en la implementación efectiva y la rendición de cuentas, aspectos que deben ser centrales en este nuevo acuerdo.
Lecciones prácticas para el futuro
Los fundadores y gerentes de producto deben entender que la sostenibilidad de un proyecto no solo radica en la obtención de fondos, sino también en la creación de un marco claro de ejecución y evaluación. Aprender de los fracasos pasados es esencial para evitar caer en la misma trampa. Es crucial establecer métricas claras de éxito y realizar un seguimiento regular para asegurar que se cumplan los plazos y objetivos establecidos.
Los datos de crecimiento cuentan una historia diferente: se necesita un enfoque que no solo contemple la cantidad de inversión, sino también cómo se utilizarán esos recursos para generar un impacto real y duradero. Invertir en capacidad de tratamiento y modernización de infraestructuras debe ir acompañado de un plan de mantenimiento y operación para asegurar su efectividad a largo plazo.
Takeaway: pasos hacia adelante
Este nuevo acuerdo entre México y EE. UU. representa una oportunidad significativa para abordar la crisis de aguas residuales en la región Tijuana-San Diego. Sin embargo, es fundamental que tanto los gobiernos como las comunidades se mantengan vigilantes y proactivos. La colaboración y la transparencia son esenciales para garantizar que los compromisos se traduzcan en acciones efectivas. A medida que avanzamos, es imperativo que aprendamos de los errores del pasado, priorizando soluciones sostenibles que realmente beneficien a las comunidades afectadas y protejan nuestro medio ambiente. La historia aún no está escrita, y el éxito dependerá de la implementación y la supervisión constante.