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Para salvar el planeta, un grupo de personas ha propuesto una extraña solución: tener sexo con él. Conozcamos a los «ecosexuales», un grupo de personas que van desde los ecologistas que adoran abrazar los árboles hasta los que literalmente quieren ensuciarse con la Madre Naturaleza.
Los ecosexuales y su amor a la Tierra
VICE informó anteriormente de que cada vez más personas se identifican como ecosexuales. Más de 100.000 personas de todo el mundo hablan abiertamente de esta identidad sexual única. Una candidata al doctorado en sociología de la Universidad de Nevada, Las Vegas, Jennifer Reed, explicó que el número de personas que se identifican como ecosexuales ha aumentado notablemente en los últimos dos años.
Pero el término ecosexualidad tiene definiciones muy variadas. Amanda Morgan, profesora de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UNLV, cree que la ecosexualidad puede medirse. Por un lado, define a las personas que compran productos sexuales sostenibles o a las que disfrutan bañándose desnudas y haciendo senderismo.
Por otro lado, son «personas que se revuelcan en la tierra teniendo un orgasmo cubiertos de tierra para macetas», explicó Morgan, según VICE. «Hay gente que se tira a los árboles, o se masturba bajo una cascada». Ahora su movimiento ha adquirido una creciente importancia y debe gran parte de sus esfuerzos a las artistas de performance, activistas y pareja del Área de la Bahía, Annie Sprinkle y Elizabeth Stephens.
La normalización de la ecosexualidad
El dúo tiene la misión de normalizar la ecosexualidad. Incluso han publicado un «manifiesto del ecosexo» en su sitio web personal SexEcology. La pareja también ha producido varias películas sobre el tema, que incluyen un documental, Goodbye Gauley Mountain: An Ecosexual Love Story, que muestra la relación «polen-amorosa» del dúo con los Montes Apalaches.
También han oficiado varias ceremonias de boda en las que sus compañeros ecosexuales se casan con la luna, la tierra y otras entidades naturales. Por aquel entonces, estaban de gira con una obra de teatro llamada Dirty Sexecology: 25 Ways to Make Love to the Earth. Tanto Sprinkle como Stephens no dudan en hablar abiertamente de esta nueva forma de identidad sexual.
Actualmente se considera como un movimiento social
Reed, que ha estado investigando sobre los ecosexuales, explicó que el término «ecosexualidad» existe desde principios de la década de 2000. En aquel momento era una mera autodescripción en los perfiles de citas online. No fue hasta 2008 cuando se inició una evolución en toda regla y se impulsó un movimiento social.
Fue entonces cuando Sprinkle y Stephens empezaron a oficiar bodas ecosexuales. Desde entonces, los artistas han luchado activamente por la igualdad matrimonial, aprovechando la energía para las causas medioambientales. Ese año, la escritora y activista Stefanie Iris Weiss empezó a investigar para su libro Eco-sex: Go Green Between the Sheets and Make Your Love Life Sustainable.
Con él pretendía que la gente hiciera su vida sexual «más neutra en carbono y sostenible». También expuso el dañino impacto medioambiental de los materiales utilizados en preservativos, lubricantes y otros productos sexuales. Tanto Weiss como Morgan consideran que el sexo es una herramienta potencialmente poderosa para motivar a la gente a dar prioridad al medio ambiente. «Si estás huyendo de las inundaciones, no tendrás tiempo para el sexo», explicó Weiss.
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