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Una ola de terror en Posadas
A principios de los años 80, el barrio Itaembé Miní en Posadas, Misiones, se convirtió en el escenario de una serie de crímenes brutales que dejaron una huella imborrable en la comunidad. La historia de Ramón Daniel Domínguez y Adolfo Luis “Lauchín” Rodríguez, conocidos como los ‘Asesinos de Itaembé Miní’, es un recordatorio escalofriante de cómo el mal puede manifestarse en las formas más inesperadas.
Estos hombres, haciéndose pasar por gendarmes, utilizaron su fachada para cometer atrocidades que marcaron a varias generaciones.
El modus operandi de los criminales
El modus operandi de Domínguez y Rodríguez era meticuloso y aterrador. Durante más de tres años, sembraron el pánico en la comunidad, especialmente entre las parejas jóvenes que buscaban un momento de intimidad en lugares apartados.
Simulando operativos nocturnos, interceptaban a sus víctimas y las sometían a abusos físicos y psicológicos antes de acabar con sus vidas. Este patrón de violencia no solo dejó un saldo trágico de muertes, sino que también creó un ambiente de miedo que perduró en la memoria colectiva de Posadas.
El desenlace de una historia macabra
El fin de la carrera criminal de estos asesinos llegó en 1983, cuando un error dejó pruebas que los condujeron a ser juzgados y condenados a prisión perpetua. A pesar de su condena, la historia de sus crímenes continuó resonando en la sociedad.
Los informes psiquiátricos los describieron como individuos con rasgos psicopáticos y un desprecio absoluto por la vida humana, lo que los convirtió en figuras emblemáticas del crimen en Misiones. Su liberación en 2008, tras 25 años de encarcelamiento, reavivó el debate sobre la justicia y la rehabilitación de criminales de tal magnitud.
