En el corazón de México, el estado de Jalisco se destaca por la convergencia de cinco ecosistemas principales. Este artículo se adentra en el semiárido matorral que caracteriza la zona noreste, conocida como Los Altos de Jalisco. Aquí, las llanuras cubiertas de huisaches y nopales se extienden a lo largo de un paisaje que se encuentra a aproximadamente 2,000 metros de altitud. La ganadería predomina en la economía local, con la cría de ganado, cerdos y aves como pilares fundamentales.
La curiosa pirámide de Pegueros
Un destino imperdible es la poco conocida Pirámide de Pegueros, también llamada Chiquihuitillo, ubicada a 60 kilómetros al noreste de Guadalajara. Este sitio arqueológico es intrigante; según el arqueólogo Phil Weigand, los habitantes precolombinos decidieron construir primero una colina y luego edificar una pirámide sobre ella. Esta hazaña requirió mover 66,000 toneladas cúbicas de tierra, lo que revela la monumentalidad de sus esfuerzos.
Un recorrido a pie
El acceso a la pirámide es solo a pie, lo que implica una caminata de 600 metros a través del matorral característico de Los Altos. Durante el trayecto, es posible encontrar árboles de acacia, cardos y, si se tiene suerte, algunas flores de estramonio, conocidas por sus usos como pócimas de amor pero también temidas por sus efectos alucinógenos. ¿Podría haber alguna conexión entre estas plantas y las antiguas creencias?
Majestuosidad en el cañón del Río Verde
Si el matorral no es suficiente para saciar tu curiosidad, dirígete al Cañón del Río Verde, que se extiende a lo largo de 150 kilómetros. Este lugar es un espectáculo de naturaleza, con impresionantes cascadas y un entorno semi-tropical, donde se encuentran numerosas aguas termales. Uno de los rincones más encantadores es el Rancho El Venado, donde se pueden alquilar bungalows y acampar, todo con vistas espectaculares de los altos muros del cañón.
Teocaltitán: un centro ceremonial olvidado
Después de una noche refrescante en Rancho El Venado, puedes aventurarte hacia las ruinas arqueológicas de Teocaltitán, a 100 kilómetros al noreste de Guadalajara. Este sitio ofrece un raro ejemplo de colinas naturales en la región plana y fue el lugar ideal para que los precolombinos construyeran un centro ceremonial. Los arqueólogos han apodado a sus constructores como el pueblo El Grillo, en referencia a un área de Guadalajara donde su arquitectura fue primero documentada.
Los misterios de la Presa de la Luz
Otro tesoro arqueológico poco conocido es la laguna llamada Presa de la Luz, ubicada 120 kilómetros al este de Guadalajara, cerca de Arandas. En 2006, un ranchero local, al limpiar la orilla con un tractor, descubrió una gran cantidad de petroglifos, sumando un total de 1,200 grabados en roca. Entre ellos, 14 cruces picadas, que podrían haber funcionado como un calendario mesoamericano, añaden un aire de misterio a este lugar.
Un festín para los sentidos
Después de explorar estas maravillas, seguramente sentirás hambre. No puedes irte de Los Altos sin probar la carne asada, un platillo emblemático de la región. Se dice que el mejor lugar para disfrutarla es en Carnitas El Alteño, en Jalostotitlán, donde también encontrarás diversas marcas de tequila local que reflejan el sabor único de la región.