León XIV promueve una iglesia misionera ante la Asamblea General de Obras Misioneras

La reciente intervención del Papa León XIV en la Asamblea General de las Obras Misioneras Pontificias ha dejado claro su compromiso con la misión de paz y reconciliación. Durante su discurso, el pontífice, que ha dedicado más de tres décadas al trabajo misionero en Perú, subrayó que el mundo actual, marcado por guerras y desigualdades, necesita urgentemente escuchar el mensaje del amor de Dios. La visión de León XIV es clara: una iglesia que no solo predique, sino que actúe como un verdadero faro de esperanza en tiempos de crisis.

La misión como eje central de la iglesia

León XIV enfatizó que las misiones son fundamentales para avivar la responsabilidad misionera de todos los bautizados. A su juicio, el servicio comprometido de los misioneros es el principal motor para sostener las comunidades donde la iglesia es joven y vulnerable. “Las misiones son el corazón que late en cada rincón del mundo”, aseguró, y sugiere que cada cristiano tiene un papel que desempeñar en esta labor de amor y apoyo.

Nombramientos significativos en el Vaticano

En un giro notable, el Papa ha comenzado a estructurar su gobierno nombrando a figuras clave dentro de la Curia. La elección de la hermana Tiziana Merleti como secretaria de un dicasterio vaticano marca un hito importante en la participación de mujeres en la toma de decisiones dentro de la iglesia. Merleti, quien fue superiora general de las Hermanas Franciscanas de los Pobres, tomará las riendas de un ministerio que busca fomentar una mayor inclusión y diversidad en la estructura eclesiástica.

Además, León XIV también ha dado su visto bueno a la beatificación de dos misioneros que perdieron la vida en la selva amazónica: Alejandro Ugarte e Inés Arango Velásquez. Estos actos no solo celebran la vida de estos dedicados servidores, sino que también envían un mensaje claro sobre el valor del sacrificio en la búsqueda de la paz y la justicia.

Una iglesia que abraza al mundo

El Papa, hablando en inglés ante una audiencia de representantes de 120 países, instó a la iglesia a abrir sus brazos al mundo, proclamando el mensaje de amor y unidad. “La iglesia debe ser un fermento de concordia para la humanidad”, afirmó, dejando entrever su deseo de ver una comunidad más unida y solidaria. Esta postura no solo refleja su visión espiritual, sino también un enfoque práctico para abordar los problemas contemporáneos, como la guerra y la violencia.

León XIV no se detiene ahí; su llamado a la juventud es particularmente resonante. “Los jóvenes son el futuro de la iglesia y del mundo”, declaró, sugiriendo que deben ser ellos quienes lleven adelante el legado de amor y paz que la iglesia busca promover. Su visión es inspiradora, y sugiere que la verdadera transformación comienza desde las bases, con un compromiso renovado de todos los fieles.

Ofrecimiento de mediación en el conflicto de Ucrania

En un contexto internacional complicado, el Papa también se ha ofrecido como mediador en las negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania. Aunque los rusos han señalado que aún no hay acuerdo sobre el lugar de las conversaciones, León XIV se ha ofrecido para que se lleven a cabo en la sede vaticana. “Esto no significa una mediación directa, sino simplemente un espacio donde las partes puedan mirarse a los ojos”, explicó, enfatizando la importancia del diálogo en la resolución de conflictos.

Con la mirada puesta en el futuro, el pontífice ha manifestado su deseo de que la celebración del Año Santo 2025 inspire a todos a convertirse en “peregrinos de la esperanza”. Esta idea resuena profundamente en un mundo que a menudo parece carente de dirección y paz. Su mensaje es claro: la esperanza es un camino que se construye a través de acciones concretas y del amor al prójimo.

Un llamado a la esperanza y la acción

En sus palabras finales, León XIV instó a todos a seguir siendo “Misioneros de la Esperanza”, un concepto que, según él, debe ser un pilar en la vida de cada cristiano. Este llamado a la acción es un recordatorio de que la fe no es solo una creencia, sino un compromiso activo con el mundo. “Debemos llevar a todos los pueblos la promesa evangélica de una paz verdadera y permanente”, concluyó, dejando a la audiencia con una profunda reflexión sobre el papel de la iglesia en la sociedad actual.