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La llegada del presidente Donald Trump a su mansión de Mar-a-Lago ha desencadenado una serie de complicaciones para los residentes de Palm Beach. Con cada visita, la ciudad se enfrenta a bloqueos viales, restricciones en el espacio aéreo y un creciente temor entre las autoridades locales sobre los altos gastos de seguridad que podrían no ser reembolsados por el Gobierno federal.
Esta situación ha llevado a los habitantes de la pequeña isla a lidiar con una mezcla de resignación y frustración.
Alteraciones en la vida cotidiana
Los vecinos de Mar-a-Lago, que es tanto residencia privada como club, han expresado su descontento por el ruido constante de las sirenas y la congestión vial que se produce cuando el presidente se desplaza.
«Siempre se sabe cuándo viene el presidente», comenta un residente que prefiere permanecer en el anonimato. La congestión puede transformar un trayecto de 15 minutos en una odisea de más de una hora, lo que afecta la rutina diaria de los locales.
Aunque algunos intentan ver el lado positivo, como el aumento de la seguridad en la zona, la incomodidad es palpable.
Restricciones aéreas y su impacto económico
Durante la estadía de Trump, la Administración Federal de Aviación impone restricciones temporales de vuelo en un área de 30 millas náuticas, lo que afecta a los vuelos que despegan del aeropuerto Internacional de Palm Beach.
Christopher Ely, un profesor que vive en el vecindario de Flamingo Park, señala que la frecuencia y la intensidad de estas restricciones han aumentado desde la primera presidencia de Trump. Esto ha llevado a una notable disminución en la actividad del aeropuerto de Lantana, que ha sufrido pérdidas millonarias debido a la imposibilidad de operar durante las restricciones.
En 2017, se estimó que estas limitaciones costaron alrededor de 30,000 dólares diarios a las empresas locales.
Costos de seguridad y reembolsos inciertos
Los costos de seguridad han aumentado significativamente, con cifras que alcanzan los 45 millones de dólares en medidas de seguridad, incluyendo horas extras para el personal del departamento del alguacil y vigilancia aérea. La gran pregunta que persiste entre los residentes es si recibirán algún reembolso federal por estos gastos. Durante la primera presidencia de Trump, se logró obtener un reembolso, pero existe preocupación de que esta vez la cantidad sea mucho mayor. Mientras tanto, Palm Beach se adapta a su nueva realidad, esperando respuestas del Gobierno federal y lidiando con las complicaciones que trae consigo ser, una vez más, la «Casa Blanca de invierno».
