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Un inicio oscuro
Carlos Robledo Puch, conocido como el “Ángel de la Muerte”, es uno de los asesinos seriales más infames de Argentina. Nacido en 1952, comenzó su carrera criminal a una edad sorprendentemente temprana. A los 20 años, ya había asesinado a 11 personas, además de cometer múltiples robos y violaciones.
Su modus operandi era brutal: robaba y eliminaba a testigos para evitar ser atrapado. Este patrón de violencia lo llevó a convertirse en un símbolo del crimen en la década de 1970.
Una vida tras las rejas
Desde su detención en 1972, Puch ha pasado más de medio siglo en prisión.
Actualmente, a sus 73 años, enfrenta graves problemas de salud que lo han llevado a expresar su deseo de morir. En una reciente entrevista, declaró: “Lo único que ansío es que me maten”. Su estado de salud incluye múltiples hernias, problemas de próstata y asma, lo que ha intensificado su sufrimiento.
A pesar de haber tenido la oportunidad de beneficiarse de un régimen de detención más flexible, Puch optó por permanecer en la cárcel, afirmando que está acostumbrado a la vida tras las rejas.
Un pasado sin traumas evidentes
Lo que resulta intrigante en la historia de Puch es la falta de antecedentes de abuso en su infancia.
Nacido en una familia de clase media, su padre trabajaba en General Motors y su madre era ama de casa. Esto plantea preguntas sobre qué motivó su transformación en un criminal despiadado. A lo largo de los años, se ha especulado sobre su psicología, pero no hay respuestas claras.
Su ferocidad lo llevó incluso a asesinar a sus propios cómplices, lo que demuestra un nivel de deshumanización alarmante.
El legado de un asesino
La historia de Carlos Robledo Puch es un recordatorio escalofriante de los extremos a los que puede llegar la naturaleza humana. A pesar de haber sido condenado a cadena perpetua, su deseo de morir y su aceptación de su destino reflejan una mente profundamente perturbada. Con cada año que pasa, su figura se convierte en un tema de estudio para criminólogos y psicólogos, quienes intentan desentrañar los misterios detrás de su violencia. La sociedad sigue preguntándose: ¿qué lleva a una persona a convertirse en un monstruo?