La vida subterránea en Kharkiv: educación y cultura en tiempos de guerra

La transformación de Kharkiv ante la adversidad

Desde la invasión rusa en 2022, la ciudad de Kharkiv ha enfrentado desafíos inimaginables. La segunda ciudad más grande de Ucrania, situada a solo 30 kilómetros de la frontera rusa, ha visto cómo su vida cotidiana se ha trasladado a un entorno subterráneo. Las escuelas, antes espacios vibrantes de aprendizaje, ahora se encuentran a varios metros bajo tierra, donde los estudiantes asisten a clases en condiciones de seguridad. Este cambio radical ha sido necesario debido a los constantes ataques aéreos y bombardeos que amenazan la vida de los ciudadanos.

Educación en el subsuelo: un nuevo modelo de aprendizaje

Las escuelas en Kharkiv han tenido que adaptarse rápidamente. Con 184 colegios públicos afectados por los ataques, la educación presencial se ha vuelto casi imposible. En respuesta, se han inaugurado varias escuelas subterráneas, donde los estudiantes reciben clases en aulas construidas en antiguos refugios nucleares. Estas instalaciones, que cuentan con sistemas de ventilación y iluminación adecuados, permiten que aproximadamente 800 alumnos continúen su educación en un entorno seguro. Sin embargo, la falta de espacio y recursos es evidente, ya que las aulas están diseñadas para turnos y no hay tiempo para el recreo.

Más que educación: cultura y entretenimiento bajo tierra

La vida en Kharkiv no se limita a la educación. La cultura también ha encontrado su lugar en el subsuelo. La Academia Nacional de Ópera y Balé ha adaptado su espacio, creando un auditorio en una antigua garage subterránea, donde se llevan a cabo presentaciones ocasionales. Aunque la capacidad es menor que en el teatro original, estas actuaciones ofrecen un respiro a los ciudadanos, que buscan momentos de normalidad en medio del caos. Además, el hotel Wine and Rose, ubicado en una antigua bodega, ha ganado popularidad entre los visitantes que buscan refugio seguro. Estos espacios subterráneos no solo son un testimonio de la resiliencia de Kharkiv, sino también un símbolo de la lucha por mantener la cultura viva en tiempos de guerra.