Diciamoslo claro: vivimos en una época en la que la sostenibilidad se percibe a menudo como una simple moda, un trend que seguimos para parecer responsables. Pero el rey está desnudo, y lo digo sin rodeos: no podemos seguir ignorando la verdadera urgencia de este tema.
Las estadísticas son contundentes: según un informe de la NASA, el cambio climático avanza a un ritmo alarmante. De hecho, el Global Carbon Project reveló que las emisiones de CO2 alcanzaron un nivel récord en 2021, y no muestran signos de disminución. Sin embargo, muchos continúan viendo la sostenibilidad como un opcional, en vez de considerarla una necesidad imperante.
So que no es popular decirlo, pero la realidad es menos políticamente correcta: muchas de las iniciativas de sostenibilidad que observamos hoy son más un truco de marketing para las empresas que un verdadero compromiso con el planeta. Las marcas se apresuran a lanzar campañas ‘verdes’, mientras sus procesos de producción siguen igual, contaminando y explotando recursos sin escrúpulos.
La verdad es que la sostenibilidad debería estar en el centro de nuestras políticas, elecciones diarias y estrategias empresariales. Ya no podemos permitirnos pensar que un pequeño gesto puede marcar la diferencia. Es hora de actuar de manera colectiva, tomando decisiones políticas y personales que reflejen la urgencia de la situación.
Diciamoci la verdad: la sostenibilidad no es solo una etiqueta que usamos en presentaciones o un hashtag para las redes sociales. Es una responsabilidad que todos debemos asumir. Si realmente queremos marcar la diferencia, hay que dejar de pensar que esto es solo una moda pasajera. Es fundamental mantener una actitud crítica y exigir más tanto a nuestros gobernantes como a nosotros mismos.
Invitación a la reflexión crítica: pensemos en cómo podemos integrar la sostenibilidad en nuestras vidas y comunidades. No se trata solo de decisiones individuales, sino de un cambio cultural profundo que todos debemos fomentar.



