La respuesta de Brasil a la pandemia: un análisis crítico de la gestión

El inicio de la crisis sanitaria en Brasil

El 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró oficialmente el inicio de la pandemia de Covid-19. En ese mismo día, mientras en París se celebraban partidos de la Champions League a puertas cerradas, en Brasil, el Maracanã se llenaba con 60 mil aficionados para ver al Flamengo en la Libertadores. Este contraste marcó el inicio de una serie de decisiones políticas que definirían la respuesta del país ante la crisis sanitaria.

Decisiones políticas y su impacto

Desde el comienzo, la gestión de la pandemia en Brasil estuvo marcada por la retórica del entonces presidente Jair Bolsonaro, quien minimizó la gravedad del virus. En un evento en Miami, Bolsonaro afirmó que el coronavirus estaba siendo sobreestimado, culpando a los medios de comunicación por crear pánico. A pesar de estas declaraciones, el gobierno comenzó a tomar algunas medidas, como la repatriación de brasileños desde Wuhan y la declaración de emergencia sanitaria por parte del ministro de Salud, Henrique Mandetta.

Sin embargo, la falta de una estrategia clara y la contradicción en las orientaciones del gobierno llevaron a una respuesta ineficaz. A medida que la pandemia avanzaba, las decisiones se tornaron más erráticas, como el decreto que trasladó la coordinación de la respuesta a la Casa Civil, lo que resultó en una pérdida de control por parte del Ministerio de Salud. Este cambio fue crucial, ya que marcó el inicio de una gestión caótica que se intensificaría con el tiempo.

El impacto de la negación y la falta de acción

A medida que la pandemia se agravaba, las declaraciones de Bolsonaro se volvieron cada vez más desconcertantes. En marzo, se refirió a la Covid-19 como una «gripezinha», un término que se convirtió en símbolo de la falta de seriedad con la que se abordó la crisis. Mientras tanto, el mundo observaba con horror cómo países como Italia enfrentaban picos de muertes, y Brasil se preparaba para vivir su propio calvario en 2021, cuando las muertes alcanzaron cifras alarmantes.

La gestión de la pandemia en Brasil no solo se vio afectada por la falta de acción, sino también por una estrategia que muchos consideran intencionada. La idea de alcanzar la «inmunidad de rebaño» a través de la propagación del virus fue un tema recurrente en las declaraciones de Bolsonaro. Esta lógica, que contrasta con la vacunación, implicaba que la circulación del virus y las muertes cesarían cuando una alta proporción de la población hubiera contraído la enfermedad. Sin embargo, esta estrategia resultó en un alto costo humano, con miles de muertes que podrían haberse evitado.