Más de medio siglo después de que el pesticida DDT fuese prohibido en la mayoría de los países, México finalmente se une a esta tendencia con la reciente prohibición de su uso. Pero, ¿cuál es la verdadera historia detrás de esta decisión y qué significa para el futuro de la agricultura en el país?
Un paso necesario hacia la sostenibilidad
El decreto del gobierno federal, emitido este mes, no solo prohíbe el uso, la producción, la comercialización y la importación del DDT, sino también de 34 otros pesticidas altamente peligrosos. Esta es la restricción más significativa en más de 30 años y es resultado de una colaboración entre varias entidades gubernamentales, incluyendo las de Agricultura, Salud, Economía y Medio Ambiente.
El ministro de Agricultura, Julio Berdegué, declaró que esta decisión forma parte de una estrategia más amplia para garantizar una agricultura más limpia y segura para productores, trabajadores del campo y consumidores. Para poner esto en perspectiva, el último esfuerzo comparable se llevó a cabo en 1991, cuando se prohibieron 21 sustancias peligrosas. Sin embargo, la inclusión de DDT en este nuevo decreto destaca la urgencia y la necesidad de un cambio radical en las políticas agrícolas de México.
Los peligros del DDT y otros pesticidas
Entre los pesticidas prohibidos se encuentran el aldicarb, utilizado en caña de azúcar y cítricos, y el carbofurano, que se aplica a cultivos de café, algodón y aguacate. Estos químicos no solo son considerados peligrosos, sino que también son carcinógenos, afectando gravemente la salud humana y el medio ambiente. Por otro lado, el DDT fue alguna vez visto como una panacea agrícola debido a su eficacia y bajo costo, pero sus efectos adversos en la salud y el medio ambiente son bien documentados desde la publicación de “Silent Spring” por Rachel Carson en 1962.
A pesar de su prohibición en la mayoría de los países a partir de la década de 1970, su uso en México continuó siendo un fenómeno inexplicable. Berdegué describió esta situación como un “cuento de Ripley”, evidenciando la necesidad de realizar un cambio drástico en las políticas agrícolas.
Desafíos y lecciones aprendidas
La nueva prohibición incluye la cancelación de permisos y la negativa a otorgar nuevas autorizaciones para el DDT y otros químicos peligrosos, marcando el inicio de una transición hacia alternativas menos tóxicas en un plazo de cinco años. Sin embargo, la disponibilidad de alternativas efectivas sigue siendo incierta, lo que ha sido un obstáculo en el pasado para enfrentar el uso de químicos tóxicos en México. La falta de opciones viables ha permitido que estas sustancias continúen siendo utilizadas, a pesar de su potencial daño.
Berdegué subrayó que hay mucha investigación global dedicada a desarrollar sustitutos, lo que indica que otros países también están interesados en encontrar soluciones a este problema. Esto refleja una tendencia más amplia hacia la búsqueda de prácticas agrícolas sostenibles y efectivas. Sin embargo, es importante que los responsables de políticas y los agricultores se preparen para esta transición, asegurándose de que se implementen productos seguros y efectivos en el mercado.
Conclusión y recomendaciones
La prohibición del DDT en México es un paso crucial hacia una agricultura más segura y sostenible. A medida que los agricultores y las autoridades se embarcan en esta transición, es vital que se enfoquen en la investigación y el desarrollo de alternativas viables. Esto no solo beneficiará a la salud pública, sino que también asegurará un futuro más sostenible para la agricultura en el país. La lección aquí es clara: los cambios necesarios requieren tiempo, esfuerzo y, sobre todo, un compromiso inquebrantable con la salud y el bienestar del medio ambiente y la sociedad.