En un giro político dramático, Dina Boluarte, la ex presidenta de Perú, ha declarado públicamente su intención de permanecer en el país a pesar de su reciente destitución por parte del Congreso. Su declaración se produce en medio de serias acusaciones de corrupción y violaciones de derechos humanos en su contra. Frente a las especulaciones sobre una posible fuga de la justicia, Boluarte rechaza firmemente estas narrativas.
Al dirigirse a los periodistas frente a su residencia en el distrito de Lima, Boluarte enfatizó que no hay verdad en los rumores que sugieren que ha buscado asilo político. “Ha habido mucha información engañosa en los medios”, afirmó, reafirmando su compromiso de permanecer en su tierra natal. Sus declaraciones llegan tras su abrupta remoción del cargo, una decisión fundamentada en acusaciones de incapacidad moral.
Los hechos
La exlíder se encuentra actualmente en medio de múltiples investigaciones dirigidas por la Fiscalía Peruana. Estas indagaciones se centran en denuncias de corrupción, lavado de dinero y violaciones de derechos humanos. Boluarte expresó su disposición a colaborar con las autoridades, afirmando: “Estoy en paz con mi conciencia y permaneceré en Perú para enfrentar estas acusaciones.” Su equipo de defensa ha negado categóricamente cualquier irregularidad, sosteniendo que su cliente no es culpable de ninguna de las investigaciones en curso.
Detalles de las acusaciones
Entre las acusaciones más graves que enfrenta Boluarte, se encuentran las relacionadas con la trágica muerte de al menos 49 personas durante las protestas que estallaron entre diciembre de 2022 y marzo de 2023. Estas manifestaciones fueron una respuesta a la inestabilidad política tras la destitución de su predecesor, Pedro Castillo. Los críticos sostienen que la gestión de su administración en las protestas estuvo marcada por un uso excesivo de la fuerza.
Además, Boluarte también está bajo el escrutinio por acusaciones relacionadas con artículos de lujo, incluidos relojes y joyas de alto valor no declarados. Se alega que no reveló cirugías estéticas realizadas mientras estaba en el cargo, junto con acusaciones de falsificación de su firma en documentos oficiales durante sus períodos de recuperación.
Las consecuencias
Boluarte hizo historia como la primera presidenta mujer de Perú, pero su mandato ha estado plagado de controversias y una caída en las calificaciones de aprobación. Tras su destitución, la percepción pública hacia su administración ha cambiado drásticamente, con encuestas recientes que indican una aprobación de apenas 3%, una de las más bajas en la historia peruana. Esta inestabilidad política plantea interrogantes sobre el futuro de la gobernanza en el país, especialmente con elecciones generales programadas para abril de 2026.
Ante su destitución, los partidarios de Boluarte están protestando activamente, con algunos manifestantes congregándose frente a la Embajada de Ecuador en Lima. Estas acciones destacan las divisiones dentro de la sociedad peruana y la atmósfera tensa que rodea su salida del cargo.
El contexto legal
El poder judicial peruano se prepara para evaluar una solicitud de la Fiscalía que busca prohibir a Boluarte abandonar el país por un período de hasta tres años. Esta petición surge de tres de las once investigaciones en curso en su contra. El fiscal general ha abogado por una restricción de viaje de 18 meses relacionada con acusaciones de negociaciones incompatibles y uso inapropiado de su posición presidencial, además de otros 36 meses en relación con una investigación de lavado de dinero vinculada a los fondos de reparaciones civiles adeudadas por Vladimir Cerrón, líder del partido político Perú Libre.
A medida que avanza el proceso legal, Boluarte se enfrenta a un intenso escrutinio que no solo definirá su futuro personal, sino que también tendrá implicaciones duraderas para el panorama político de Perú. La nación observa atentamente cómo se desarrolla esta saga, con muchos cuestionando la integridad de sus instituciones políticas y el camino a seguir para su liderazgo.