Un día fatídico en la vida de un ícono
El 25 de noviembre de 2020, el mundo del fútbol se paralizó ante la noticia de la muerte de Diego Armando Maradona. Aquel día, el cirujano Colin Campbell Irigoyen fue uno de los primeros en llegar a la escena, y su testimonio ha sido crucial en el juicio que busca esclarecer las circunstancias de su fallecimiento. Según Campbell, al llegar a la casa de Maradona, encontró a la enfermera y a un miembro de seguridad intentando reanimarlo. Sin embargo, el diagnóstico era claro: “Ya no tenía signos vitales hace un tiempo largo”. Esta declaración ha dejado a muchos preguntándose sobre la atención médica que recibió el astro argentino en sus últimos momentos.
La escena del crimen: un hogar descuidado
El médico describió la vivienda de Maradona como un lugar en condiciones deplorables. “No había nada de limpieza básica para tener a una persona recién operada”, afirmó, lo que plantea serias dudas sobre el cuidado que recibió el exfutbolista tras su operación. La falta de un desfibrilador y otros elementos médicos esenciales en el hogar ha sido un punto de controversia en el juicio. A pesar de que Campbell intentó realizar maniobras de resucitación, la ausencia de herramientas adecuadas complicó la situación. La imagen de un Maradona postrado y en condiciones críticas ha impactado a sus seguidores y ha generado un debate sobre la responsabilidad de quienes lo rodeaban.
Testimonios que marcan la historia
Los testimonios de los testigos han sido variados, pero todos coinciden en la gravedad de la situación. La psiquiatra Agustina Cosachov y otros presentes también han declarado sobre la falta de atención médica inmediata. La pregunta que persiste es: ¿se pudo haber hecho más para salvar a Maradona? La fiscalía ha enfatizado la necesidad de esclarecer las responsabilidades de los cuidadores y médicos que estaban a cargo de su salud. La figura de Maradona, un ícono del deporte mundial, merece respuestas claras y justas sobre su trágico final.