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Expectativas desbordadas y realidad ajustada
El pasado domingo, el ex-presidente Jair Bolsonaro convocó a sus seguidores a una manifestación en la icónica playa de Copacabana, en Río de Janeiro, con la esperanza de reunir a un millón de personas en apoyo a su proyecto de amnistía para los involucrados en los ataques golpistas del 8 de enero.
Sin embargo, la realidad fue muy diferente. Según un estudio realizado por Datafolha, la asistencia real fue de aproximadamente 30 mil personas, un número que contrasta drásticamente con las proyecciones del ex-mandatario.
Discrepancias en las cifras de asistencia
La Policía Militar del estado, bajo el mando del bolsonarista Cláudio Castro, reportó en redes sociales que había 400 mil personas presentes, pero no ofreció una explicación clara sobre cómo llegó a esa cifra.
Datafolha, utilizando imágenes aéreas, calculó la asistencia basándose en la densidad de personas en el área ocupada, que totalizaba 25 mil metros cuadrados. Este cálculo reveló que, en el mejor de los casos, el espacio podría haber albergado hasta 175 mil personas, pero la realidad fue que solo un 3% de esa capacidad fue utilizada.
El discurso de Bolsonaro y el clima del evento
Durante su discurso, Bolsonaro reconoció que la multitud era menor que en manifestaciones anteriores, como la del 7 de septiembre de 2022, que había reunido a 64,6 mil personas. A pesar del calor intenso, que llevó a algunos asistentes a requerir atención médica, el ex-presidente se mostró desafiante, afirmando que no abandonará Brasil y que se convertirá en un «problema» para sus opositores, ya sea «preso o muerto».
Además, criticó las investigaciones en su contra y sugirió que su campaña electoral de 2022 fue perjudicada por acciones del entonces presidente del TSE, Alexandre de Moraes.
Reflexiones sobre el futuro político
Bolsonaro también hizo hincapié en que las elecciones de 2026 deben ser conducidas con imparcialidad, advirtiendo que «elecciones sin Bolsonaro es negar la democracia en Brasil».
A medida que se acercan las elecciones, la figura del ex-presidente sigue siendo polarizadora, y su capacidad para movilizar a sus seguidores será un factor clave en el panorama político brasileño. La discrepancia entre las expectativas y la realidad de la manifestación en Copacabana podría ser un indicativo de los desafíos que enfrentará en el futuro.