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Un evento que no cumplió expectativas
El pasado domingo 16 de octubre, Copacabana fue el escenario de una manifestación convocada por el ex-presidente Jair Bolsonaro, quien esperaba reunir a un millón de personas en apoyo a la anistía de los detenidos por los ataques del 8 de enero.
Sin embargo, la realidad fue muy diferente: solo 30,000 personas asistieron, según datos del Datafolha. Este desajuste entre la expectativa y la realidad plantea preguntas sobre el estado actual del apoyo popular hacia Bolsonaro.
Reacciones en las redes sociales
Las redes sociales jugaron un papel crucial en la difusión de la manifestación. A pesar de que en más de 100,000 grupos públicos de WhatsApp y Telegram se mencionó el evento, las interacciones fueron mínimas, con poco más de 1,000 menciones en cada 100,000 mensajes.
Este aumento es significativo, pero aún refleja un interés limitado. En los grupos de derecha, se intentó contrarrestar la baja asistencia citando un tweet de la Policía Militar de Río de Janeiro que afirmaba que el público era de 400,000 personas, lo que generó una ola de ironías y comparaciones con las estimaciones de los investigadores.
División entre los seguidores de Bolsonaro
La manifestación no solo reveló la disminución del apoyo, sino también la creciente división entre los seguidores de Bolsonaro. Mientras algunos expresaban frustración por la falta de resultados de manifestaciones anteriores, otros abogaban por nuevas estrategias más agresivas, como paralizaciones y la destitución de autoridades.
Esta fragmentación podría ser un indicativo de que el bolsonarismo está en un estado de letargo, donde la falta de unidad y dirección clara podría abrir la puerta a nuevas liderazgos dentro de la derecha.
El futuro del bolsonarismo
El fracaso de la manifestación en Copacabana podría tener repercusiones significativas para Bolsonaro. Con un juicio pendiente sobre su supuesta tentativa de golpe de Estado, la presión sobre el ex-presidente aumenta. Sus intentos de demostrar fuerza y apoyo popular se ven frustrados, lo que podría permitir que figuras emergentes dentro de su base política comiencen a desafiar su liderazgo. La situación actual sugiere que el bolsonarismo, lejos de ser un movimiento monolítico, está experimentando tensiones internas que podrían redefinir su futuro.
