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El contexto de la protesta
En un mundo donde la polarización política parece ser la norma, la voz de los jóvenes se alza con fuerza. João Pedro Fagundes, un estudiante de 18 años, se ha convertido en un símbolo de resistencia en Brasil.
Su historia comenzó hace un año, cuando fue testigo de un acto político que lo impactó profundamente. En la playa de Copacabana, el ex-presidente Jair Bolsonaro se dirigía a sus seguidores, y Fagundes decidió que no podía quedarse callado.
La situación actual en Brasil, marcada por la controversia sobre la amnistía a los golpistas del 8 de enero, ha reavivado su compromiso con la memoria histórica.
Un mensaje claro: «sin amnistía»
Al enterarse de que Bolsonaro regresaría a Copacabana, Fagundes se preparó para contrarrestar el apoyo a la amnistía.
Instaló en las ventanas de su apartamento la frase «sin amnistía», un acto que no solo es una declaración política, sino también un llamado a la reflexión sobre el pasado reciente de Brasil. «Es crucial que los golpistas que intentaron desestabilizar nuestra democracia sean recordados como los villanos de nuestra historia», afirma Fagundes.
Su mensaje resuena con muchos jóvenes que sienten que la historia no debe ser olvidada ni manipulada.
La importancia de la memoria histórica
Fagundes, quien ha estado involucrado en el activismo político desde hace dos años, sostiene que su lucha trasciende las fronteras de los partidos.
«Es una cuestión básica de justicia y memoria. La Ley de Amnistía de 1979 fue un paso importante en su momento, pero no se puede olvidar que también permitió el regreso de quienes habían cometido atrocidades», explica. La falta de educación sobre la dictadura militar en las escuelas ha llevado a una generación a ignorar los peligros de la repetición de la historia. Fagundes enfatiza que es fundamental que los jóvenes conozcan su pasado para no repetir los errores del ayer.
Reacciones y desafíos
El activismo de Fagundes no ha estado exento de desafíos. En el pasado, ha enfrentado reacciones hostiles de los seguidores de Bolsonaro, quienes no dudaron en responder con gestos obscenos y provocaciones. Sin embargo, él considera que estas reacciones son parte del juego democrático. «Es normal que haya desacuerdos, lo importante es que podamos expresarnos sin miedo», dice. Su experiencia refleja la realidad de muchos jóvenes en Brasil que luchan por un futuro en el que la memoria histórica sea respetada y valorada.