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La lucha diaria contra la inflación: estrategias de supervivencia alimentaria
En un mundo donde la inflación se ha convertido en un enemigo cotidiano, muchas familias en Brasil se ven obligadas a reinventar su forma de alimentarse. Ionara de Jesus, madre de tres hijos, es un claro ejemplo de cómo la creatividad y la adaptabilidad son esenciales para sobrevivir en tiempos difíciles.
Con un ingreso mensual de R$ 1.500, Ionara ha tenido que encontrar maneras ingeniosas de alimentar a su familia mientras los precios de los alimentos continúan en aumento.
El impacto de la inflación en la alimentación
Según datos del IBGE, la inflación de los alimentos alcanzó un alarmante 7,69% el año pasado, lo que ha llevado a muchas familias a replantear sus hábitos de compra. Ionara, por ejemplo, ha cambiado el feijão tradicional por el fradinho, que cuesta casi la mitad.
Esta estrategia no solo le permite ahorrar dinero, sino que también le ayuda a estirar su presupuesto familiar. “Voy añadiendo agua cada vez que recaliento la olla. Así rinde más”, explica Ionara, mostrando cómo pequeños cambios pueden hacer una gran diferencia.
Adaptaciones creativas en la cocina
La cocina se ha convertido en un campo de batalla donde las familias deben ser creativas. Ionara ha sustituido el café por té de hierbas, una decisión que no solo reduce costos, sino que también le permite a su familia aprender a depender menos de la cafeína.
“Estamos aprendiendo a depender menos de cafeína”, dice con una sonrisa. Además, ha eliminado de su lista de compras productos ultraprocesados, priorizando alimentos básicos que son más accesibles.
La desigualdad alimentaria y sus consecuencias
La situación de Ionara no es única. La abogada Léa Vidigal advierte sobre el riesgo que enfrentan las familias de bajos ingresos en el acceso a proteínas esenciales. “La desigualdad se mide mucho por la calidad de los alimentos que las personas de diferentes clases consumen”, señala. En la casa de Ionara, la carne roja ha desaparecido de la mesa, y ahora se alimentan principalmente de arroz y frijoles. Esta falta de proteínas puede tener consecuencias graves para el desarrollo de los niños, lo que subraya la urgencia de abordar la crisis alimentaria.
La búsqueda de alternativas económicas
Las familias también están recurriendo a alternativas más económicas. Ionara ha encontrado formas de obtener carne a bajo costo, como la carcaça de pollo, que puede durar semanas en su hogar. “Hacemos sopa, refogamos, cocinamos canja, y dura unas dos semanas”, explica. Este tipo de ingenio es común entre las familias que luchan por equilibrar su presupuesto mientras intentan mantener una dieta nutritiva.
El cambio en los hábitos de consumo
La inflación ha llevado a muchos a cambiar sus hábitos de consumo. Luiz Benedito, un conductor de aplicación, ha notado que su familia ahora consume principalmente pollo, ya que es más asequible. “Básicamente comemos solo pollo ahora”, comenta. Este cambio refleja una tendencia más amplia en la que las familias de clase trabajadora están priorizando proteínas más baratas, lo que a su vez afecta su salud y bienestar a largo plazo.
Conclusiones sobre la crisis alimentaria
La crisis alimentaria en Brasil es un reflejo de un problema más amplio que afecta a muchas naciones. Las familias están encontrando formas ingeniosas de adaptarse a la inflación, pero la realidad es que muchos todavía luchan por satisfacer sus necesidades básicas. La situación de Ionara y otros como ella destaca la necesidad urgente de políticas que aborden la desigualdad alimentaria y garanticen que todos tengan acceso a una alimentación adecuada y nutritiva.
