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La creciente preocupación por la seguridad en las ciclovías
En los últimos meses, la seguridad en las ciclovías de São Paulo ha sido un tema candente. La reciente experiencia de Miriam de Comi, una esteticista de 62 años, quien fue asaltada mientras regresaba a casa en su bicicleta, ha puesto de relieve la vulnerabilidad de los ciclistas en la ciudad.
Miriam fue agredida por dos ladrones en la ciclopassarela Erika Sallum, un lugar que debería ser seguro para los ciclistas. Este incidente no es aislado; otros ciclistas también han reportado agresiones y robos en la misma área, lo que genera un clima de miedo y desconfianza entre quienes optan por este medio de transporte sostenible.
La falta de vigilancia y el aumento de la criminalidad
A pesar de las promesas del alcalde Ricardo Nunes de instalar cámaras de seguridad en las ciclovías, los hechos demuestran que la implementación de estas medidas es insuficiente. Miriam, tras su asalto, expresó su temor de volver a pedalear sola por la ciudad.
La ciclopassarela, inaugurada recientemente, carece de vigilancia adecuada, lo que la convierte en un blanco fácil para los delincuentes. La ausencia de cámaras y patrullas en áreas críticas ha llevado a un aumento en la criminalidad, dejando a los ciclistas expuestos a situaciones peligrosas.
La comunidad ciclista ha comenzado a organizarse, exigiendo más seguridad y vigilancia en las rutas que utilizan diariamente.
La respuesta de las autoridades y la movilización ciudadana
La Secretaría Municipal de Seguridad Urbana ha declarado que ya se han instalado algunas cámaras en la ciclopassarela, pero los ciclistas siguen sintiendo que estas medidas son insuficientes.
La falta de visibilidad en ciertas áreas ha sido un punto crítico, ya que el asalto a Miriam no fue captado por las cámaras debido a su ubicación. En respuesta a la creciente preocupación, se han llevado a cabo manifestaciones donde los ciclistas exigen más seguridad y un compromiso real por parte de las autoridades. La recuperación de la bicicleta de Miriam por parte de la policía es un rayo de esperanza, pero no es suficiente para restaurar la confianza de los ciclistas en la seguridad de las rutas.