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El 10 de diciembre de 2023, Javier Milei asumió la presidencia de Argentina en un escenario político que rompió con las tradiciones del país. ¿Quién podría imaginar que un simple evento, que normalmente se celebraría con una misa, se transformaría en una ceremonia donde seis credos diferentes se unieron en oración por el nuevo mandatario? Este acontecimiento no solo fue simbólico; marcó el inicio de una conexión entre el evangelismo y el nuevo gobierno, un vínculo que plantea interrogantes sobre el papel de la religión en la política actual.
Un cambio de paradigma en la política argentina
Las palabras del pastor Christian Hooft durante la ceremonia inaugural, “¡Levántate, Argentina!”, resuenan como un llamado a la acción que va más allá de lo espiritual. Este vínculo entre Milei y los líderes evangélicos no es casual. Desde que asumió el cargo, ha buscado legitimarse no solo como un líder político, sino también como un líder espiritual. Su relación con el evangelismo se ha intensificado, evidenciada por su asistencia a eventos religiosos significativos y la incorporación de elementos de la fe en sus discursos. Esto no es un mero juego de palabras; es una estrategia que busca consolidar una base de apoyo entre los millones de argentinos que se identifican como evangélicos.
Números que importan: el crecimiento evangélico en Argentina
¿Sabías que, según un estudio de 2019 del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), el 15.3% de la población argentina se identifica como evangélica? Eso son más de siete millones de personas. Este número ha crecido exponencialmente desde 2008, cuando solo el 9% se identificaba de esta manera. Aciera, la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas, estima que hoy este porcentaje podría alcanzar el 20%. Estos datos son fundamentales para entender el enfoque del gobierno de Milei hacia la religión: una estrategia que no solo busca apoyo político, sino que también intenta integrar a una comunidad significativa en la estructura del Estado.
Implicaciones y lecciones para el futuro
La reciente promulgación del decreto 486/2025, que otorga a las iglesias evangélicas el estatus de entidades legales, es un claro indicio de cómo la administración de Milei está transformando el panorama religioso en Argentina. Antes, estas iglesias eran tratadas como simples clubes locales, pero ahora cuentan con un reconocimiento que les permite operar con mayor libertad y menos regulación. Este cambio es monumental y, aunque no ha generado un gran revuelo mediático, tendrá repercusiones significativas en cómo las iglesias interactúan con el Estado y la sociedad.
Además, la creación de capellanías evangélicas en las fuerzas de seguridad y el acuerdo de 177 millones de pesos para asistencia alimentaria son ejemplos claros de cómo el gobierno está integrando a las iglesias en la política pública. Sin embargo, esto plantea un dilema: ¿hasta qué punto debe el Estado involucrarse con instituciones religiosas? La historia nos ha enseñado que el exceso de entrelazamiento puede llevar a conflictos de interés y a la erosión de la separación entre iglesia y Estado.
Takeaway para fundadores y líderes
La situación actual en Argentina subraya la importancia de observar los cambios en el entorno político y social. Para los fundadores y líderes, la lección aquí es clara: entender el tejido social y las dinámicas de poder es crucial para navegar en un paisaje empresarial y político en constante cambio. Las decisiones estratégicas deben fundamentarse en datos concretos y no en tendencias efímeras. En última instancia, la sostenibilidad de cualquier iniciativa radica en su capacidad para adaptarse a las realidades del mercado y de la sociedad en la que opera.
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