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Un respiro en la economía argentina
La reciente publicación del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) ha traído un rayo de esperanza para los argentinos, al informar que la inflación de febrero se ha situado en un 2,4%.
Este dato representa un descenso notable respecto al 2,2% registrado en enero, el número más bajo desde julio de 2020. Aunque la cifra puede parecer modesta, su significado va más allá de los números, reflejando un cambio en la tendencia inflacionaria que ha asediado al país en los últimos años.
Comparativa interanual y sus implicaciones
La variación interanual de la inflación se ha situado en un 66,9%, lo que indica una fuerte disminución en comparación con el 84,5% de enero. Este descenso es alentador, ya que sugiere que las políticas económicas implementadas están comenzando a dar frutos.
Sin embargo, es crucial no perder de vista que la inflación acumulada en 2025 ya alcanza el 4,7%, lo que plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de esta tendencia a la baja. Los especialistas habían anticipado un aumento en la inflación, con estimaciones que oscilaban entre el 2,3% y el 2,7%, por lo que este resultado ha sorprendido a muchos analistas.
Factores que influyen en la inflación
El contexto económico de Argentina es complejo y multifacético. La reciente baja en la inflación se ha visto influenciada por la salida del índice de enero de 2024, que había registrado un alarmante 20,6% mensual.
Además, en la Ciudad de Buenos Aires, la inflación de febrero fue aún más baja, alcanzando un 2,1%. Este retroceso se atribuye en gran medida a factores estacionales, como la disminución del 4,8% en los servicios relacionados con el turismo, a pesar del aumento en los precios de la carne. En los primeros dos meses del año, la inflación acumulada en la capital es del 5,3%, con una trayectoria interanual del 79,4%, según el Instituto de Estadística y Censos porteño.