¿Cree que los transexuales son nuevos? Me gustaría contarte la extraordinaria historia de Berel-Beyle, un hombre judío transexual en el shtetel de Ucrania en el siglo XIX.
Berel-Beyle: el hombre transexual judío del siglo XIX en Ucrania
Un shtetl o shtetel era un pequeño pueblo con una gran población judía asquenazí que existía en Europa central y oriental antes del Holocausto.
Antes de poder contar la historia de Berel-Beyle, tenemos que saltar a los años 30 y a las llamadas Olimpiadas nazis, porque evidentemente la prensa americana estaba en un absoluto desconcierto por las atletas que seguían yendo a competir en los juegos femeninos, ¡y volvían a casa como hombres!
Una de las personas que leyó este «nuevo asunto trans» fue un viejo inmigrante judío que vivía en Brooklyn, llamado Yeshaye Kotofsky, que no estaba de acuerdo con el alboroto y envió una carta (en yiddish) al editor contando la historia de Berel-Beyle.
En el shtetl de Yeshaye, en Krivozer, «todo el mundo conocía a Beyle, la chica que vendía arenques…., una pelirroja alta… de constitución robusta» que se presentaba como «no del todo una mujer, pero tampoco del todo un hombre».
El padre de Beyle -escribe Yeshaya- la llevó a todo tipo de rabinos en busca de consejo sobre qué hacer… hasta que Beyle cumplió 23 años, se marchó a Odessa y conoció a un profesor que ayudó a Beyle a hacer la transición a Berel (o «Berel-Beyle», como le llama Yeshaya), y le cambió la vida.
En una poderosa afirmación, nuestro amigo Yeshaya (¡escribiendo en la década de 1930!) dice que cuando Berel finalmente regresó a casa, «medio shtetl corrió al puente para saludarla, o mejor dicho, para saludarlo a *él*». De hecho, a partir de ese momento, Yeshaya *sólo* utiliza los pronombres él/ella para Berel.
Entonces, ¿qué fue de Berel-Bayle? Aquí es donde la carta de Yeshaye me hace llorar. Porque en el siglo XIX, en este shtetl judío de Ucrania, la comunidad de Krivozer acogió a Berel, lo trató como un hombre y lo acogió en su casa.
Los hombres de la comunidad le enseñaron a dirigir las oraciones (algo que entonces sólo podían hacer los hombres), y todos celebraron juntos cuando Berel-Beyle se casó por fin con su antigua novia Rachel, de la que nos dicen que era «una buena chica».
Yeshaye -y recuerden que está escribiendo esto en la década de 1930, hablando de finales de 1800- termina su carta de forma magnífica: «En nuestro shtetl», escribe, «Berel-Beyle siempre tuvo buena fama de judía buena y honrada».
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