Las elecciones legislativas y regionales que se celebrarán el próximo 25 de mayo en Venezuela abren un dilema para la oposición que parece no tener solución fácil. Por un lado, participar podría significar una victoria, pero con el riesgo de que el resultado no sea reconocido; por otro lado, la abstención dejaría el poder completamente en manos del gobierno de Nicolás Maduro. Esta situación no es nueva, ya que la oposición ha lidiado con esta problemática desde hace años, especialmente desde el fallido referendo revocatorio de 2004, donde muchos creen que el chavismo se aferra al poder a cualquier costo.
El contexto histórico de la oposición
A través de los años, las quejas y denuncias por parte de la oposición se han acumulado. Desde acusaciones de uso indebido de recursos estatales y la inhabilitación de candidatos, hasta denuncias de fraude electoral después de las elecciones presidenciales de julio de 2024. A pesar de estas quejas, el chavismo ha negado cualquier irregularidad y ha atacado a la oposición por supuestamente buscar la desestabilización del país. Sin embargo, las elecciones del 28 de julio de 2024 se convirtieron en un punto de inflexión, cuando el Consejo Nacional Electoral proclamó a Maduro como ganador sin permitir una auditoría independiente. En contraste, la oposición presentó actas que indicaban una clara victoria de su candidato, Edmundo González Urrutia.
Reacciones y represalias
Tras la proclamación de Maduro, el gobierno respondió con una ola de represión, arrestando a más de 2,000 personas, incluidos testigos de mesa y líderes opositores. González Urrutia se vio obligado a exiliarse y María Corina Machado, una figura clave de la oposición, tuvo que entrar en la clandestinidad. En este clima de tensión, el gobierno ha convocado a nuevas elecciones, donde se elegirán 285 diputados de la Asamblea Nacional, 260 legisladores estadales y 24 gobernadores.
Las dos visiones dentro de la oposición
El dilema de participar o abstenerse es antiguo y ha dividido a la oposición en dos corrientes. Por un lado, están aquellos que creen que es posible forzar el sistema desde dentro a pesar de las limitaciones, como lo defiende el excandidato presidencial Henrique Capriles Radonski. Por otro lado, hay quienes consideran que participar en estas elecciones solo legitima al gobierno y que la abstención es la mejor manera de protestar, liderados por Machado. Curiosamente, ambos sectores coinciden en que las elecciones del 25 de mayo no cumplen con los estándares necesarios para ser consideradas justas y competitivas.
Argumentos de la abstención
Los mensajes de la corriente abstencionista son contundentes. Frases como «No voto, yo desobedezco» reflejan un sentimiento de frustración y rechazo hacia un sistema que consideran ilegítimo. Para ellos, participar en elecciones que no son competitivas no tiene sentido, ya que sienten que su voz no será escuchada y que el gobierno se beneficiará de su participación. Este argumento se fortalece por la experiencia reciente, donde muchos votantes se sintieron robados en las elecciones pasadas.
Estrategias de los partidarios de la participación
Por otro lado, los que apoyan la participación en las elecciones argumentan que es esencial mantener viva la lucha opositora. Como dijo Capriles, «Los venezolanos tenemos una voz y esa voz no se puede apagar». La idea es que, aunque no se logren obtener una mayoría parlamentaria, la participación puede servir para mantener la cohesión dentro de la oposición y demostrar fuerza frente al régimen. Sin embargo, también hay un reconocimiento de que el resultado podría no ser favorable, ya que la fractura entre los diferentes grupos opositores es evidente.
Lecciones del pasado
La historia reciente de la oposición venezolana muestra que la falta de participación en elecciones ha llevado a un debilitamiento de su influencia. En varias ocasiones, como en las elecciones de 2005 y 2017, la abstención permitió al chavismo consolidar su control sobre las instituciones. La pregunta que queda es: ¿realmente vale la pena no participar si eso solo favorece al gobierno? Los analistas advierten que la no participación puede llevar a un escenario donde la oposición se convierta en un mero espectador del proceso político.
Reflexiones finales
Mientras se acerca el 25 de mayo, el dilema persiste. La oposición enfrenta un momento crítico que podría definir su futuro en la política venezolana. ¿Optarán por participar y arriesgarse a legitimar un sistema que consideran corrupto, o se abstendrán y dejarán el poder en manos del chavismo? La tensión entre estos dos enfoques sigue marcando la pauta en el debate político del país. Al final del día, es un reflejo de la complejidad de la lucha por la democracia en Venezuela y de la necesidad de encontrar un camino que realmente represente la voluntad del pueblo.