Las declaraciones recientes de Ricardo Lorenzetti, el juez más veterano de la Corte Suprema, han puesto de manifiesto la creciente presión sobre Cristina Fernández de Kirchner. Se sugiere que el tribunal debe confirmar su condena por corrupción y su inhabilitación política antes de las elecciones de medio término. Esta situación resalta el desgaste que ha sufrido el kirchnerismo, un movimiento que ha estado perdiendo fuerza debido a diversas crisis internas y la inexorable marcha del tiempo. La llegada de Fernández de Kirchner a la presidencia del Partido Justicialista ha sido polémica, y su capacidad para imponer autoridad sobre los gobernadores, como Axel Kicillof en la Provincia de Buenos Aires, se ha visto cuestionada.
Los retos del peronismo moderno
Las dificultades que enfrenta Fernández de Kirchner no son solo personales, sino que reflejan las limitaciones del peronismo para adaptarse a los tiempos modernos. Este fenómeno ha hecho cada vez más complicado combinar las diferencias entre el conservadurismo popular de las provincias interiores y el progresismo de la capital. A lo largo de las décadas, el peronismo se ha mantenido como el movimiento político más representativo del país, pero la mezcla de estos dos mundos se vuelve cada vez más tensa. Cristina y su difunto esposo, Néstor Kirchner, representaron la facción progresista, mientras que figuras como Carlos Menem encarnaron el conservadurismo. Sin embargo, la capacidad de Juan Domingo Perón para amalgamar ambas corrientes fue excepcional y a menudo conflictiva.
La búsqueda de un nuevo liderazgo
Consciente de que el peronismo sin su componente conservador corre el riesgo de perder su mayoría, Fernández de Kirchner ha optado por candidatos presidenciales que representen este conservadurismo, como Daniel Scioli y Sergio Massa. Ambos han sido figuras clave en el intento por unir estas dos facciones, aunque el mapa político argentino ha cambiado drásticamente. La gestión de Fernández y Alberto Fernández ha sido criticada y ha facilitado la incursión de Javier Milei en el conservadurismo popular, una estrategia que Mauricio Macri intentó pero finalmente abandonó. Este cambio ha fragmentado aún más la posibilidad de mantener unidos estos sectores bajo un mismo partido.
El impacto de Milei y la fragmentación política
El peronismo conservador ha encontrado un nuevo hogar en La Libertad Avanza (LLA), donde figuras como Scioli y los sobrinos de Menem se han alineado con Milei. Este movimiento simboliza un cambio significativo en la política argentina, donde la polarización se intensifica entre conservadores populares y republicanos progresistas. Mientras tanto, Fernández de Kirchner y su organización juvenil, La Cámpora, parecen convencidos de que la población volverá a sus brazos tras el desencanto con Milei. Sin embargo, el alto nivel de popularidad del presidente actual, a pesar de la caída en el consumo, sugiere que la sociedad está dispuesta a soportar dificultades antes que regresar al kirchnerismo.
Kicillof como símbolo de renovación
Axel Kicillof, quien ha captado la atención con su frase sobre la necesidad de “componer nuevas canciones”, se está alejando del kirchnerismo. Su intención es revitalizar el movimiento político a través del progresismo, un enfoque que podría desafiar el legado de Fernández de Kirchner. Kicillof, quien ha sido identificado como un producto del kirchnerismo, necesita crear una nueva narrativa que supere las viejas divisiones. Para ello, se ha dedicado a reescribir obras sobre economía, tomando como referente a John Maynard Keynes, lo que indica su intención de ofrecer un enfoque fresco y renovador.
Expectativas económicas y el futuro del liderazgo
La presidencia de un economista como Milei ha elevado las expectativas de la sociedad, que demandará resultados tangibles. Si Milei logra mantener un crecimiento económico, surgirán demandas de reformas secundarias que lo posicionen como candidato a la reelección. Por otro lado, si su gestión no satisface, el clamor por ajustes será inevitable, pero siempre en el ámbito económico. Esta tendencia refleja un cambio en la dinámica política en la que las intervenciones de Fernández de Kirchner se centran en criticar a Milei desde una perspectiva negativa, sin ofrecer alternativas constructivas.
Construyendo una nueva coalición progresista
Kicillof ha comenzado a buscar aliados en el ámbito político, reuniéndose con líderes progresistas históricos como Federico Storani, enviando señales de que podría formarse un frente plural y anti-Milei al estilo de la coalición que Lula formó en Brasil. Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer, como encontrar un compañero de fórmula que complemente esta visión. En un contexto donde la polarización se acentúa, Kicillof deberá considerar integrar a figuras del PRO o de la antigua coalición Juntos por el Cambio para fortalecer su candidatura presidencial.