Las elecciones presidenciales y parlamentarias de Chile, celebradas recientemente, han suscitado un notable interés y una participación significativa, con más de 12 millones de votantes acudiendo a las urnas. Este evento marca un cambio histórico en el país, ya que es la primera vez que se implementa el voto obligatorio desde el retorno a la democracia. A pesar de las expectativas, Jeannette Jara, la candidata de la izquierda, obtuvo apenas 26,8% de los votos, mientras que su contrincante, José Antonio Kast, alcanzó 23,9%. La campaña estuvo marcada por una fragmentación partidaria que ha redefinido el escenario político chileno.
Los resultados de las elecciones no solo reflejan las preferencias electorales, sino que también evidencian un cambio en el apoyo hacia las diferentes coaliciones. En particular, el Partido Republicano de Kast logró un avance significativo en el Congreso, ganando 31 escaños en la Cámara de Diputados. Sin embargo, la izquierda ha mantenido una representación considerable en el Senado, lo que crea un escenario equilibrado en el ámbito legislativo.
Un análisis de la votación
La votación de Jara sugiere una falta de respaldo a la gestión del gobierno actual, dado que su porcentaje se alinea con el nivel de aprobación del gobierno, que ronda el 30%. Además, otros candidatos de la centroizquierda, como Marco Enríquez-Ominami y Eduardo Artés, apenas lograron sumar un 2% en conjunto. Esto plantea serios desafíos para Jara en la segunda vuelta, especialmente considerando que la derecha ha concentrado más del 50% de los votos en la Región Metropolitana.
Factores detrás del resultado electoral
Para entender este nuevo avance de la derecha, es necesario considerar varios factores. En primer lugar, la falta de autocrítica en el oficialismo ha sido evidente, especialmente tras el fracaso del proceso constituyente anterior en 2025. Durante la campaña, Kast logró enfocar el debate en temas como la seguridad y el crecimiento económico, asuntos prioritarios para la ciudadanía. En contraste, otros candidatos no lograron presentar propuestas que se diferenciaran de las de Kast, lo que les costó apoyo electoral.
Además, el clima previo a las elecciones estuvo marcado por escándalos de corrupción y un aumento en el desempleo, lo que ha contribuido a un sentimiento de pesimismo entre los votantes. Estos problemas han creado desafíos inmediatos para el próximo gobierno, independientemente de quién resulte electo.
El futuro político de Chile
El debilitamiento de los partidos tradicionales y la fragmentación de la representación política han permitido que la derecha, liderada por figuras como Kast, tome un papel más predominante. Esto ha llevado a un fortalecimiento de las fuerzas políticas en ambos extremos del espectro, mientras que el centro se ha visto desdibujado. La situación se complica para la coalición Chile Vamos, que incluye a Renovación Nacional y la Unión Demócrata Independiente, y que ha fracasado en estas elecciones.
Desafíos y oportunidades para el próximo gobierno
Con el avance del Partido Republicano y el ascenso de Kast, surge la pregunta sobre cómo manejarán la negociación con la oposición. Aunque han logrado una mayoría en la Cámara de Diputados, no cuentan con el número necesario para realizar reformas constitucionales sin el apoyo de otros partidos. Esto implica que un eventual gobierno de derecha tendrá que buscar alianzas y acuerdos para avanzar en su agenda.
La próxima segunda vuelta, programada para el 14 de diciembre, será crucial no solo para definir la presidencia, sino también para establecer el rumbo político del país en los próximos años. La contienda entre Jara y Kast no solo representa una lucha por la presidencia, sino que también simboliza una batalla más amplia por el futuro de la democracia en Chile.



