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La reciente inauguración de tres nuevos puentes en Manzanillo, Colima, por parte de la presidenta Claudia Sheinbaum, marca un hito significativo en la infraestructura del estado. Este proyecto no solo busca mejorar la conectividad, sino que también se alinea con un plan integral que aspira a convertir a Manzanillo en el puerto más importante de América Latina. Pero, ¿realmente estas inversiones serán suficientes para enfrentar los retos de infraestructura actuales y evitar un nuevo colapso del puerto?
Análisis de la inversión y su impacto
Los datos de inversión son contundentes. Casi 2 mil millones de pesos se destinarán a la construcción de los nuevos puentes, además de otras obras que están en diversas fases de desarrollo. Esto forma parte de un plan más amplio que contempla una inversión total de 20 mil millones de pesos para el corredor carretero de Colima. Sin embargo, ¿cuáles son los criterios detrás de esta inversión y cómo se traduce en beneficios concretos para la población local y la economía regional?
Claudia Sheinbaum ha señalado que la construcción de los puentes generará miles de empleos, lo cual es un aspecto positivo en un estado que busca mejorar su economía. No obstante, la creación de empleo por sí sola no garantiza la sostenibilidad. Es crucial que se evalúe el churn rate de estas iniciativas: ¿cuántos de esos empleos serán permanentes y no solo temporales durante la construcción? La sostenibilidad del proyecto dependerá de su capacidad para fomentar un crecimiento a largo plazo y no solo de un auge temporal.
Lecciones aprendidas de otros proyectos
En el pasado, hemos visto numerosos proyectos de infraestructura que prometieron grandes retornos, pero que al final no lograron cumplir sus objetivos. Un ejemplo emblemático es el del aeropuerto de Texcoco, que, a pesar de la significativa inversión, se enfrentó a múltiples críticas sobre su viabilidad. La lección clave aquí es que cualquier proyecto debe ser evaluado no solo por su potencial de generación de empleo, sino también por su alineación con las necesidades reales del mercado y la comunidad.
La experiencia nos dice que muchas de estas iniciativas pueden caer en la trampa de la sobrepromesa. La clave es asegurar el product-market fit: que las obras realmente respondan a las necesidades de infraestructura del estado y que se implementen con criterios de sostenibilidad ambiental, como la protección de la Laguna de Cuyutlán, que ha sido mencionada en el anuncio. Esto no es solo un compromiso político, sino una necesidad que garantiza la viabilidad del proyecto a largo plazo.
Toma de decisiones basada en datos
Como exgerente de producto, he aprendido que las decisiones deben estar respaldadas por datos claros y una comprensión profunda de las tendencias del mercado. Los datos de crecimiento son la brújula que guía la inversión: ¿cómo se espera que se desarrolle el tráfico en estos nuevos puentes? ¿Cuáles son las proyecciones de crecimiento del comercio en el puerto de Manzanillo? Estas son preguntas que, si se responden adecuadamente, pueden ayudar a moldear un futuro más prometedor para Colima.
La respuesta a la pregunta inicial sobre la capacidad de los nuevos puentes para evitar un colapso futuro radica en la planificación y la ejecución efectiva. Los proyectos que tienen un enfoque ético y sostenible, priorizando el bienestar de la comunidad y la protección del medio ambiente, tienen más probabilidades de tener éxito. Al final del día, la infraestructura no es solo una cuestión de cemento y acero, sino de mejorar la calidad de vida de las personas que dependen de ella.
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