Una conexión forjada en la tragedia
La imagen de la hermana Geneviève, con su figura delgada y un semblante de profunda tristeza, orando junto al cuerpo del Papa Francisco, ha resonado en todo el mundo. A sus 82 años, esta monja francesa no estaba programada para estar allí, pero su deseo de rendir homenaje a un amigo querido la llevó a romper protocolos. Su relación se remonta a una época oscura: el asesinato de su tía durante la dictadura argentina entre 1976 y 1983. La conexión emocional entre ambos se ha forjado a lo largo de años de apoyo mutuo y trabajo conjunto.
Un homenaje desde el corazón
Cuando el cuerpo del Papa fue expuesto en la Basílica de San Pedro, los cardenales acudieron en fila para presentar sus respetos. Aunque el público aún no había sido admitido, Geneviève logró entrar y permanecer en un rincón, secándose las lágrimas mientras recordaba su amiga y aliada. Su relación comenzó hace más de dos décadas, cuando Geneviève viajó a Buenos Aires para el entierro de su tía, Léonie Duquet, quien también era monja y víctima de la dictadura argentina.
Recuerdos de un pasado doloroso
Léonie fue asesinada en uno de los infames ‘vuelos de la muerte’ el 14 de diciembre de 1977. Su cuerpo fue hallado y enterrado en una fosa común, pero en 2005 fue identificado y reenterrado gracias a la intervención de Jorge Bergoglio, quien en ese momento era el arzobispo de Buenos Aires. Geneviève no pudo contener las lágrimas durante la misa de reenterramiento, expresando su dolor por la complicidad de la Iglesia con la dictadura.
Del miedo a la amistad
La historia de Geneviève y Francisco es un testimonio de cómo el miedo puede transformarse en amistad. Tras una carta que Geneviève envió en 2005 al entonces arzobispo, Bergoglio se puso en contacto con ella, asegurándole que estaba al tanto de la situación y había permitido el entierro de su tía. Ocho años más tarde, cuando Francisco fue elegido Papa, Geneviève sintió una mezcla de temor e incertidumbre. Sin embargo, su mensaje sobre una Iglesia para los pobres resonó profundamente en ella.
Un vínculo en tiempos difíciles
Su amistad floreció cuando Francisco invitó a Geneviève a una misa en su residencia. Con el tiempo, se hicieron más cercanos, incluso durante la pandemia de Covid-19, cuando Geneviève le solicitó ayuda para los trabajadores de un parque de diversiones que habían perdido sus ingresos. Su compromiso con la comunidad LGBTQ también fue notable, ya que Geneviève se convirtió en un puente entre ellos y el Papa.
Un último adiós conmovedor
El último encuentro entre Geneviève y Francisco fue el día anterior a su fallecimiento, cuando ella lo vio cruzar la Plaza de San Pedro en el papamóvil. Con la esperanza de que se recuperara, nunca imaginó que sería el último adiós. Su último gesto fue orar por él ante su ataúd, un momento que fue capturado por las cámaras y que simboliza la profunda conexión que compartieron a lo largo de los años.