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El contexto de la disputa
La reciente designación de Ariel Lijo como ministro de la Corte Suprema de Justicia ha desatado una serie de tensiones políticas en Argentina. Este magistrado, que ya cuenta con un fuerte respaldo en ciertos sectores, se enfrenta a un escenario complicado en el Senado, donde la bancada de Unión por la Patria ha decidido rechazar su pliego.
La situación se complica aún más con la inclusión del pliego de Manuel García-Mansilla, otro juez designado por el presidente Javier Milei. La presión política es palpable, y los gobernadores peronistas están intentando, casi a contrarreloj, salvar la situación.
Las estrategias en juego
La estrategia de la oposición parece clara: dilatar la convocatoria a sesión para tratar los pliegos. La presidenta del Senado, Victoria Villarruel, aún no ha convocado a sesión, lo que ha generado incertidumbre sobre el futuro de estas designaciones.
En este contexto, los senadores de Unión por la Patria están habilitados para actuar en sesiones ordinarias, lo que les permitiría llevar a cabo una votación sin necesidad de una convocatoria formal. Sin embargo, el oficialismo sostiene que la Constitución exige que la sesión sea convocada por la vicepresidenta, lo que añade una capa de complejidad a la situación.
Reacciones y posibles desenlaces
Las reacciones dentro del Senado son diversas. Algunos senadores de la UCR han sugerido que el Poder Ejecutivo retire los pliegos para evitar una derrota en el recinto, argumentando que la situación podría volverse embarazosa, especialmente en medio de la reprogramación de la deuda con el FMI.
La posibilidad de que los pliegos sean rechazados genera inquietud, y la falta de unidad en el bloque de Unión por la Patria podría facilitar el rechazo de Lijo, quien ya cuenta con compromisos previos que complican su situación. A medida que se acercan las sesiones, la presión política aumentará, y el desenlace de esta batalla será crucial para el futuro del sistema judicial argentino.
