La situación actual de la superficie hídrica en Brasil
En 2024, Brasil ha registrado una alarmante reducción en su superficie hídrica, alcanzando solo 17,9 millones de hectáreas. Esta cifra representa una disminución del 2,2% en comparación con el año anterior y un 3,2% por debajo de la media histórica desde 1985. Este fenómeno no es aislado; es el segundo año consecutivo en que se observa una caída en la disponibilidad de agua, lo que plantea serias preocupaciones sobre el futuro hídrico del país.
Un análisis de la tendencia a largo plazo
La plataforma MapBiomas, que colabora con universidades y ONGs para monitorear la cobertura de agua, ha revelado que en la última década, ocho de los diez años más secos han ocurrido en Brasil. Este patrón de sequía ha llevado a que solo el año 2022 superara la media histórica de 18,5 millones de hectáreas. La situación es crítica, ya que el Pantanal, uno de los biomas más importantes del país, ha perdido más del 60% de su cobertura hídrica, con solo 366 mil hectáreas registradas en 2024.
Impacto de las condiciones climáticas y soluciones necesarias
Las condiciones climáticas extremas, exacerbadas por el cambio climático, han contribuido a esta crisis. La reducción en los patrones de precipitación es una preocupación creciente, y los expertos advierten que si el ambiente natural sigue secándose, los reservorios de agua no podrán abastecer a la población. Juliano Schirmbeck, coordinador técnico de MapBiomas Agua, enfatiza la necesidad de adoptar soluciones basadas en la naturaleza, como la protección de las nacientes de ríos y la valorización de áreas húmedas, que son esenciales para mitigar los efectos de la sequía y las inundaciones.
La importancia de la conciencia ambiental
Es crucial que la población tome conciencia de la situación hídrica en Brasil. La combinación de la disminución de la superficie hídrica natural y el aumento de la agua antrópica, que ha crecido un 54% desde 1985, indica que el país está en una encrucijada. La gestión sostenible del agua y la implementación de políticas efectivas son fundamentales para garantizar un futuro hídrico seguro para las próximas generaciones.