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La arrastraron con una cuerda alrededor del cuello y la empujaron hacia un banco. Era la hora de alimentar a Jacqueline Traide y se notaba en su cara que estaba aterrorizada.
En primer lugar, le abrieron la boca con dos ganchos metálicos sujetos a una correa alrededor de la cabeza.
El hombre de la bata blanca la agarró de la cola de caballo y tiró de ella hasta que se inclinó hacia atrás. Cuando terminó de meterle la comida por la garganta, ella se ahogaba, tenía arcadas y trataba de liberarse.
Jacqueline Traide se sometió a experimentos realizados en animales
Durante las diez horas siguientes, esta atractiva artista de 24 años recibió inyecciones, se le raspó la piel y se le impregnó de lociones y pociones, y luego soportó que le afeitaran una franja de pelo ante los atónitos espectadores de una de las calles más concurridas de Gran Bretaña.
Y en algún otro lugar del mundo. Tal vez en un laboratorio en el que se realizaban pruebas para una nueva y costosa máscara de pestañas; un animal indefenso estaba siendo sometido precisamente al mismo trato.
La diferencia es que Jacqueline Traide – humillada públicamente, temblando de frío y cuidando la piel roja de su mejilla – era libre de irse a casa cuando el experimento terminaba.
Un animal habría sufrido una muerte miserable
Jacqueline Traide se ofreció como voluntaria para protagonizar esta actuación deliberadamente chocante con el fin de subrayar una campaña destinada a llamar la atención sobre el dolor y la crueldad infligidos a los animales durante las pruebas de laboratorio de cosméticos.
Vestida únicamente con una media de color carne, se exhibió en el escaparate de la tienda de cosméticos Lush de Regent Street, en Londres, para recrear las pruebas más utilizadas.
La cadena «sin crueldad» está ayudando a encabezar una campaña de Humane Society International para acabar con las pruebas de cosméticos en animales.
Miles de compradores, turistas y oficinistas fueron testigos de cómo Jacqueline Traide, una estudiante de escultura social de la Universidad de Oxford Brookes, era maltratada y administrada por el artista Oliver Cronk, vestido como un técnico de laboratorio con portapapeles.
Los ojos de Jacqueline goteaban a causa del irritante que le rociaba a intervalos; y su brazo empezó a sangrar cuando luchó por resistir una inyección.
Quizá el momento más sorprendente fue cuando la agarró por la cabeza y utilizó unas tijeras electrónicas para afeitarle una gran franja de pelo; práctica habitual en los laboratorios cuando hay que sujetar monitores o electrodos a la piel de un animal.
El impacto del experimento
Los pasajeros se asomaron a los autobuses abiertos mientras los transeúntes grababan con sus teléfonos móviles el espectáculo; antes de firmar una petición o simplemente darse la vuelta y marcharse.
Jacqueline Traide, que parecía nerviosa cuando hablé con ella antes de que se pusiera en posición, permaneció muda durante todo su calvario, pero dio la clara impresión de que no todo su dolor era una actuación.
La joven dijo: «Espero que esto plante la semilla de una nueva conciencia en la gente para que empiece a pensar realmente en lo que sale a comprar y en lo que se produce». Momentos después, alguien le puso la soga al cuello.
El claro mensaje de la iniciativa de la joven
La directora de la campaña de Lush, Tamsin Omond, dijo: «Lo irónico es que si fuera un beagle el que estuviera en el escaparate y le estuviéramos haciendo todas estas cosas, tendríamos a la policía y a la RSPCA aquí en cuestión de minutos.
Pero en algún lugar del mundo, este tipo de cosas le ocurren a un animal cada pocos segundos de media.
«La diferencia es que normalmente se oculta. Tenemos que recordar a la gente que esto sigue ocurriendo».
Los científicos llevan mucho tiempo utilizando animales de laboratorio para pruebas médicas y farmacológicas, y siguen haciéndolo.
Pero aunque la experimentación con animales para la elaboración de cosméticos se prohibió en la UE hace tres años, en Gran Bretaña sigue siendo legal vender productos experimentados en animales en otras partes del mundo, como Estados Unidos y Canadá. En China, estas pruebas son un requisito legal.
La portavoz de la Humane Society, Wendy Higgins, afirmó que es «moralmente impensable» que las empresas de cosméticos sigan beneficiándose del sufrimiento de los animales, y añadió que «no hay justificación para someter a los animales al dolor con el fin de producir barras de labios y sombras de ojos».
El impacto de la industria cosmética en Europa
El Dr. Chris Flower, director general de la Asociación de Cosméticos, Artículos de Aseo y Perfumería (CTPA), declaró: «Es comprensible que la gente se haya sorprendido por el truco publicitario organizado por Lush en su escaparate de Regent Street recientemente».
Puede dar la impresión errónea de que los productos cosméticos se prueban en animales para su venta en Europa, mientras que las pruebas de productos cosméticos en animales se prohibieron en Gran Bretaña en 1998 y en toda Europa en septiembre de 2004.
El comité de expertos científicos de la Comisión Europea ha establecido que la seguridad de un producto acabado; puede determinarse mediante el conocimiento de sus ingredientes. No es necesario probar el producto en animales.
La industria cosmética ha estado a la vanguardia de la búsqueda de alternativas y ha conducido al desarrollo de muchas pruebas de seguridad sin animales que ahora se utilizan de forma rutinaria para sus ingredientes.
Críticas de la campaña
Es la industria cosmética la que ahora promueve el uso de estas alternativas en los países que actualmente exigen pruebas con animales.
No obstante, es una lástima que Lush haya elegido realizar esta campaña en un país en el que las pruebas de productos cosméticos en animales están prohibidas y que cuenta con las disposiciones más estrictas en materia de bienestar animal en lo que respecta al uso de animales con fines científicos en toda la UE.
«Es una pena que la campaña se dirija a una industria; que ha hecho más que ninguna otra para desarrollar y promover el uso de alternativas».
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