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Un tributo lleno de emociones
El pasado domingo, el Capital One Arena de Washington se convirtió en un escenario de recuerdos y emociones profundas. Isabella Aparicio, una joven patinadora, se presentó en la pista de hielo para rendir homenaje a su padre, Luciano, y a su hermano Franco, quienes perdieron la vida en una trágica accidente aéreo.
Este evento, titulado «Legacy on ice», no solo fue un espectáculo de patinaje, sino un acto de amor y recuerdo hacia aquellos que ya no están.
La tragedia ocurrió cuando un avión que transportaba a un grupo de patinadores chocó con un helicóptero, resultando en la muerte de 67 personas.
Isabella, con un vestido que cambiaba de blanco a negro, simbolizó la dualidad del dolor y la esperanza mientras se deslizaba sobre el hielo, llevando consigo el legado de su familia.
Una actuación conmovedora
Durante su actuación de un minuto y 50 segundos, Isabella patinó al ritmo del famoso «Canon en Re» de Pachelbel, una melodía que su padre le había enseñado a amar.
La pista estaba casi a oscuras, iluminada solo por una luz que la seguía y algunas velas encendidas, creando un ambiente íntimo y solemne. La grabación de Luciano interpretando la canción resonó en el aire, haciendo que el público se sintiera aún más conectado con la historia que se estaba contando.
El evento fue organizado por la US Figure Skating, la asociación nacional de patinaje artístico en Estados Unidos, y tenía como objetivo recaudar fondos para apoyar a las familias de las víctimas y a los socorristas que trabajaron incansablemente tras la tragedia.
La actuación de Isabella fue recibida con una ovación del público, que reconoció su valentía y talento al patinar en un momento tan difícil.
Un legado que perdura
El homenaje no solo se limitó a la actuación de Isabella. Dentro del estadio, cientos de fotos, flores y otros tributos decoraron el lugar, mientras que afuera, una enorme bandera estadounidense ondeaba en honor a las víctimas. La patinadora olímpica Ashley Cain, quien también estuvo presente, compartió su experiencia y cómo cada vez que pisa el hielo, lo hace en memoria de aquellos que han perdido. Este evento fue un recordatorio de que el amor y el legado de quienes hemos perdido nunca se desvanecen.
Isabella, a través de su arte, no solo honró a su padre y hermano, sino que también inspiró a otros a recordar y celebrar la vida de aquellos que han partido. En un mundo donde el dolor puede ser abrumador, su actuación fue un faro de luz y esperanza, mostrando que el amor trasciende incluso las tragedias más profundas.
