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La inseguridad alimentaria que afecta a los niños y adolescentes en Argentina es un problema estructural que no podemos seguir ignorando. ¿Te has preguntado alguna vez cómo es posible que, en un país con tanto potencial, haya tantos pequeños que no tienen acceso a una alimentación adecuada? Un reciente informe revela que, aunque algunos indicadores han mostrado una leve mejoría, la realidad es que el malestar alimentario sigue siendo una crisis en nuestro país. Es vital abordar esta problemática desde la raíz, analizando los factores que contribuyen a esta lamentable situación.
Los números detrás de la inseguridad alimentaria
Entre 2010 y 2017, el porcentaje de niños afectados por la inseguridad alimentaria se mantuvo estable alrededor del 20%. Sin embargo, desde 2018, esa cifra comenzó a ascender de manera alarmante, alcanzando el 37% en 2020. Aunque los datos han mostrado alguna mejora desde entonces, el último informe indica que el 35.5% de los niños y adolescentes en el país sufren de privación alimentaria, lo que equivale a al menos un tercio de esta población. ¿Te imaginas que uno de cada tres niños esté lidiando con esta realidad? Es fundamental entender que, dentro de este contexto, aproximadamente la mitad de los niños afectados enfrenta situaciones severas, como el hambre.
La inseguridad alimentaria se define como la falta de acceso regular a alimentos suficientes, seguros y nutritivos. Esta problemática se manifiesta en diversos niveles, desde la preocupación por obtener alimentos hasta la experiencia de pasar días sin comer. Los datos revelan que, entre 2010 y 2017, las situaciones de grave privación se mantenían por debajo del 10%, pero en el último año, este porcentaje se elevó al 16.5%, indicando que un número creciente de niños vive en condiciones de vulnerabilidad extrema.
Factores que contribuyen a la inseguridad alimentaria
El informe de la UCA destaca que los grupos más afectados por la inseguridad alimentaria son aquellos niños que provienen de hogares monoparentales o familias numerosas, así como aquellos que se consideran pobres y cuyos adultos están en situaciones laborales precarias o desempleados. En 2022, el 43% de los niños en hogares monoparentales y el 45% en familias numerosas experimentaron inseguridad alimentaria. Además, el 49% de los niños en hogares pobres y el 51% en hogares con adultos precariamente empleados enfrentaron graves carencias alimentarias.
Geográficamente, la región del área metropolitana de Buenos Aires ha sido la más afectada por esta problemática desde 2017, aunque en el último año esta brecha se ha reducido debido al deterioro de la situación en las provincias. Curiosamente, también se ha observado que el 44% de los niños con dificultades de aprendizaje sufrieron inseguridad alimentaria el año pasado. Un análisis longitudinal revela que pertenecer a una familia numerosa y tener adultos en situaciones laborales precarias se han convertido en factores determinantes para el aumento de la inseguridad alimentaria.
Lecciones y posibles soluciones
La Asignación Universal por Hijo (AUH) ha tenido un impacto positivo en la protección de los niños más vulnerables, aunque no fue efectiva entre 2020 y 2021. Durante el período de 2022 a 2024, la AUH ha jugado un rol protector contra la inseguridad alimentaria en un contexto de inflación controlada, donde se ha observado que el 44% de los niños no experimentaron inseguridad alimentaria. Sin embargo, un 15% vio mejorar su situación, mientras que un 9% empeoró y un 15% sigue enfrentando inseguridad alimentaria crónica.
Por otro lado, los trabajos precarios han incrementado la probabilidad de sufrir privación alimentaria, con un impacto negativo especialmente notable en los hogares donde el jefe de familia está empleado de manera informal. Esta situación subraya la necesidad de políticas que no solo aborden la inseguridad alimentaria de manera directa, sino que también mejoren las condiciones laborales y económicas de las familias en riesgo.
Conclusiones y pasos a seguir
La inseguridad alimentaria en Argentina es un problema crítico que requiere atención inmediata. Los datos muestran que la situación no solo ha empeorado, sino que también afecta a los grupos más vulnerables de la sociedad. Para abordar esta crisis, es imperativo desarrollar políticas integrales que no solo proporcionen asistencia alimentaria, sino que también fortalezcan la estabilidad laboral y económica de las familias. Solo a través de un enfoque multidimensional podremos esperar ver una mejora real en la vida de millones de niños y adolescentes en nuestro país.
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