Recientemente, el gobierno mexicano anunció un incremento en el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) a las bebidas azucaradas. Esta medida busca reducir el consumo de refrescos en un país donde el promedio es de 166 litros por persona al año. Sin embargo, surge una pregunta incómoda: ¿realmente este aumento de impuestos conducirá a cambios significativos en los hábitos de consumo de los mexicanos, o es solo una medida recaudatoria disfrazada de política de salud?
Análisis del nuevo impuesto y sus objetivos
El nuevo IEPS se establecerá ligeramente por encima de los 3 pesos por litro, según Eduardo Clark García Dobarganes, subsecretario de Integración y Desarrollo del Sector Salud. La administración espera que este incremento genere una reducción del 7% en el consumo de refrescos en los dos primeros años. Sin embargo, los datos de crecimiento del consumo de refrescos en México han mostrado una tendencia al alza en las últimas décadas. Esto sugiere que los impuestos por sí solos pueden no ser suficientes para cambiar comportamientos profundamente arraigados.
Además, se estima que el aumento del impuesto podría generar alrededor de 41 mil millones de pesos en ingresos adicionales para 2026, destinados a programas de salud. Es importante destacar que actualmente se invierten 179 mil millones de pesos en la atención de enfermedades relacionadas con el sobrepeso y la obesidad, estrechamente vinculadas al consumo excesivo de azúcar. Sin embargo, la pregunta persiste: ¿puede un impuesto realmente cambiar hábitos de consumo, o solo servirá como una salida financiera para el gobierno?
Lecciones de fracasos anteriores en políticas similares
He visto demasiadas iniciativas fallar porque se basan en suposiciones erróneas sobre el comportamiento del consumidor. En el caso de los impuestos a las bebidas azucaradas, el ejemplo de otras naciones es instructivo. En algunos países donde se implementaron medidas similares, el impacto en la reducción del consumo fue mínimo y a menudo temporal. Los consumidores tienden a encontrar alternativas o simplemente a cambiar su lealtad a marcas que eviten el impuesto.
Por ejemplo, en algunas políticas en Estados Unidos, los consumidores optaron por refrescos dietéticos o bebidas energéticas que no estaban sujetas a los mismos impuestos. Esto sugiere que, si bien el IEPS podría generar ingresos, su efectividad en la reducción del consumo de refrescos es cuestionable. En lugar de enfocarse únicamente en los impuestos, una estrategia más holística que incluya educación y promoción de estilos de vida saludables podría ser más efectiva para enfrentar la crisis de salud pública.
Propuestas prácticas para un cambio real
Para que la estrategia del gobierno tenga éxito, debe ir más allá del aumento del impuesto. La implementación de campañas educativas que promuevan una alimentación equilibrada y la actividad física es esencial. Además, iniciativas como los videojuegos educativos dirigidos a niños son un paso en la dirección correcta, pero deben ser parte de un enfoque más amplio que involucre a padres y comunidades.
Es crucial que los datos de salud pública se utilicen para medir el verdadero impacto de estas políticas. La reducción del churn rate en el consumo de refrescos debe ser monitoreada de cerca, y los resultados deben ser transparentes. Solo a través de un enfoque basado en datos y en la participación comunitaria se puede esperar lograr un cambio real y sostenible en los hábitos de consumo.
Conclusiones y acciones a considerar
El aumento del IEPS a las bebidas azucaradas es una medida que puede tener un efecto positivo en la salud pública, pero debe ser parte de una estrategia más amplia. Los datos de crecimiento del consumo de refrescos en México nos enseñan que la única solución no puede ser fiscal. Es necesario un compromiso real con la educación, la prevención y la promoción de un estilo de vida más saludable.
Los fundadores y responsables de políticas deben aprender de los fracasos del pasado y centrarse en el ajuste del producto-mercado (PMF) para asegurar que sus iniciativas resuenen con las necesidades y comportamientos de la población. La sostenibilidad del cambio no se logra únicamente a través de impuestos, sino a través de un esfuerzo conjunto que involucre a todos los sectores de la sociedad.