Il linguaggio inclusivo e le sue contraddizioni in una società in evoluzione

Diciéndolo claramente: el debate sobre el lenguaje inclusivo ha cobrado fuerza, pero la realidad es menos políticamente correcta. ¿Realmente creemos que cambiar algunas palabras puede transformar nuestra sociedad? Si le preguntamos a quienes enfrentan diariamente situaciones de discriminación, la respuesta podría sorprendernos.

En 2023, un informe de la Agencia de la Unión Europea para los Derechos Fundamentales reveló que el 68% de las personas LGBTIQ+ ha sufrido discriminación, a pesar del uso extendido del lenguaje inclusivo. Esto sugiere que las palabras por sí solas no son suficientes. Debemos preguntarnos: ¿estamos intentando resolver el problema o simplemente disfrazarlo?

La narrativa dominante nos quiere hacer creer que la adopción de términos neutros puede solucionar las injusticias sociales. Sin embargo, como nos indican los datos, el cambio real requiere mucho más que una simple modificación lingüística. Una encuesta del Instituto de Investigación Social demostró que muchas personas perciben el lenguaje inclusivo como forzado y, en algunos casos, incluso contraproducente.

La verdad es clara: el lenguaje inclusivo puede ser un paliativo, pero no es la solución. La verdadera respuesta radica en la educación y la sensibilización, no en un vocabulario edulcorado. La sociedad necesita un cambio profundo, no superficial. Si seguimos enfocándonos solo en las palabras, corremos el riesgo de ignorar las verdaderas injusticias.

Es cierto que no es popular decirlo, pero el lenguaje inclusivo es solo una parte de la solución. Nuestra sociedad necesita abordar las cuestiones estructurales que generan discriminación. Si realmente queremos un cambio, debemos ir más allá de las palabras y enfrentar los problemas con acciones concretas.

Los invito a reflexionar: ¿estamos dispuestos a profundizar y enfrentar la realidad, o preferimos quedarnos en el cómodo refugio de las palabras?