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Un grito de protesta en el arte
En 1984, un grupo de artistas decidió alzar la voz frente a la desigualdad de género en el mundo del arte. En la inauguración de una exposición en el MoMA de Nueva York, donde solo el 7.7% de los artistas eran mujeres, surgió la necesidad de un cambio.
Así nacieron las Guerrilla Girls, un colectivo que utiliza el arte como medio de protesta y visibilización de las injusticias que enfrentan las mujeres en el ámbito artístico. Con su icónica estética de gorilas y mensajes provocativos, han logrado captar la atención de la industria y del público, convirtiéndose en un símbolo del feminismo interseccional.
El poder del anonimato
Una de las características más distintivas de las Guerrilla Girls es su compromiso con el anonimato. Al adoptar nombres de artistas fallecidas y ocultar sus identidades tras máscaras de gorila, han creado un aura de misterio que atrae tanto a instituciones como a espectadores.
Este enfoque no solo les permite hablar sin miedo a represalias, sino que también subraya la idea de que el mensaje es más importante que la persona que lo emite. A lo largo de los años, han lanzado campañas que cuestionan la representación de las mujeres en el arte, utilizando estadísticas impactantes y un humor mordaz para desafiar las normas establecidas.
Un legado que perdura
Más de cuatro décadas después de su creación, el trabajo de Guerrilla Girls sigue siendo relevante. A pesar de los avances en la representación de las mujeres en el arte, la lucha por la igualdad continúa.
En su última exposición, «Discrimi-NATION», las Guerrilla Girls abordan la responsabilidad de la industria del arte en la perpetuación de la desigualdad. Este evento no solo marca su regreso al circuito comercial, sino que también reafirma su compromiso con la denuncia y la crítica social. Con cada cartel y cada intervención, demuestran que el arte puede ser una herramienta poderosa para el cambio social.
