Explorando los Túneles de Guadalajara: Historia y Tecnología de su Construcción

Desde hace más de tres siglos, circulan rumores sobre una vasta red de túneles ocultos bajo las calles de Guadalajara. Estos pasajes subterráneos, que supuestamente conectan edificios emblemáticos como iglesias, conventos y mansiones, han despertado fascinación y misterio. Se dice que figuras históricas como el Padre de la Revolución, Miguel Hidalgo, utilizó estos túneles para escapar de sus perseguidores, y que Benito Juárez los aprovechó para moverse por la ciudad sin ser visto.

Las historias son intrigantes: se habla de un grupo de sacerdotes que, tras una reunión en la catedral, aparecieron misteriosamente en el palacio del gobernador, para luego regresar sin haber sido vistos en las calles. Sin embargo, la realidad detrás de estos relatos fantásticos fue revelada por una investigación realizada en 2013 por la doctora Alicia Torres Rodríguez, de la Universidad de Guadalajara.

El descubrimiento de los túneles

Según la investigación de la doctora Torres, los célebres túneles de Guadalajara son en realidad galerías filtrantes, construidas en el periodo colonial para transportar agua potable a la ciudad. Estas estructuras, con dimensiones adecuadas para la circulación de caballos y carretas, son una muestra de la ingeniería hidráulica de la época.

La historia de estas galerías se remonta al siglo XVIII, cuando la ciudad enfrentaba una grave escasez de agua. En ese contexto, los líderes locales decidieron enviar un mensaje a un fraile español que había logrado llevar agua a Veracruz. Este fraile, conocido como Pedro Buzeta, llegó a Guadalajara para aplicar su conocimiento en la planificación de un sistema hídrico eficiente.

La técnica del qanat

Buzeta identificó que el agua se podía encontrar en las laderas norte y suroeste de la ciudad. En lugar de construir un acueducto, optó por un método más innovador: una galería de filtración que utilizaba la gravedad para transportar el agua. Este sistema, conocido mundialmente como qanat, tiene sus raíces en una técnica de más de 3,000 años que se originó en Persia.

Para construir un qanat, se trazaba una línea recta entre un pozo y el lugar donde se necesitaba el agua. Los muqannis, expertos en esta técnica, cavaban a intervalos regulares, creando agujeros de menos de un metro de ancho hasta alcanzar una profundidad determinada. Luego, estos agujeros se conectaban formando un túnel subterráneo que mantenía una ligera pendiente, permitiendo que el agua fluyera de manera controlada.

Exploración de los qanats en Guadalajara

Como explorador de cuevas en el occidente de México, tuve la oportunidad de encontrar un qanat en las colinas cerca de La Venta del Astillero, al oeste de Guadalajara. Inicialmente, nuestro grupo pensó que había descubierto una cueva con múltiples entradas de luz natural. Sin embargo, un arqueólogo que invitamos a investigar el lugar nos reveló que lo que habíamos encontrado era, de hecho, un qanat.

Con el tiempo, seguimos descubriendo más qanats en la región. Uno de los hallazgos más interesantes ocurrió cuando el director de un vivero nos pidió ayuda para entender un misterioso pozo en su propiedad. Al descender por una serie de escalones, entramos en un túnel largo y recto que, aunque no era lo suficientemente amplio para una carreta, sí podía albergar a un pequeño caballo.

Un legado subterráneo

Las paredes de este túnel estaban construidas con ladrillos y se presentaban en buen estado, con agua fluyendo a través de un canal. A medida que avanzábamos, comenzamos a notar la estructura típica de un qanat, con accesos cada 100 metros que permitían la ventilación y el mantenimiento del sistema. Después de recorrer 300 metros, llegamos a un gran estanque circular donde se entrelazaban otros túneles, confirmando que estábamos dentro de la red de qanats supervisada por el fraile Buzeta.

Al inicio del siglo XX, se estima que Guadalajara contaba con nueve líneas de galerías filtrantes, sumando un total de hasta 20 kilómetros. Increíblemente, estas estructuras, construidas entre 1731 y 1895, todavía proporcionan una parte significativa del suministro de agua a la ciudad. Sin embargo, su ubicación exacta se ha perdido en la memoria colectiva y ahora corren el riesgo de ser olvidadas a medida que empiezan a deteriorarse.

Las historias son intrigantes: se habla de un grupo de sacerdotes que, tras una reunión en la catedral, aparecieron misteriosamente en el palacio del gobernador, para luego regresar sin haber sido vistos en las calles. Sin embargo, la realidad detrás de estos relatos fantásticos fue revelada por una investigación realizada en 2013 por la doctora Alicia Torres Rodríguez, de la Universidad de Guadalajara.0