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La fuga sorprendente de Carlos Saúl Leguizamón
El lunes pasado, Carlos Saúl Leguizamón, un preso de 34 años, hizo una inusual queja en la Alcaidía Penitenciaria N°44 de Batán: «Tengo una cucaracha en el oído y me duele».
Este reclamo lo llevó a ser trasladado a un hospital, pero lo que parecía ser un simple malestar se convirtió en una fuga espectacular que dejó a la policía en una situación comprometida.
Un traslado que salió mal
Leguizamón fue llevado al Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA) Oscar Alende bajo custodia policial.
Sin embargo, durante el proceso de atención médica, se produjo un incidente inesperado: uno de los agentes sufrió un ataque de asma, lo que distrajo a los demás policías. Aprovechando la confusión, el preso logró liberarse de sus esposas y salió corriendo por la avenida Juan B.
Justo, ante la mirada atónita de testigos y agentes.
La búsqueda y recaptura
La fuga de Leguizamón no pasó desapercibida. Desde la noche del lunes, la policía inició una intensa búsqueda que culminó el martes por la tarde, cuando fue localizado a menos de 25 cuadras del hospital.
Sin embargo, el intento de recaptura no fue sencillo. Al verse acorralado, Leguizamón abrió fuego, hiriendo a un agente en el tobillo antes de ser finalmente detenido. Este episodio ha generado un debate sobre la responsabilidad de la policía en la custodia de los presos y la necesidad de revisar los protocolos de seguridad durante los traslados.
Investigación en curso
El fiscal Alejandro Pellegrinelli ha iniciado una investigación para determinar si hubo complicidad o negligencia por parte de los agentes que escoltaban a Leguizamón. Este caso no solo pone en tela de juicio la eficacia de la policía, sino que también plantea preguntas sobre la seguridad en el sistema penitenciario. La recaptura de Leguizamón no solo significa un regreso a la prisión, sino que también podría desencadenar consecuencias para aquellos encargados de su custodia.