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El último abrazo: memorias de amor y pérdida en tiempos de terror
En un mundo donde el dolor y la pérdida son parte de la realidad cotidiana, surge una exposición que busca dar voz a las historias de aquellas que han sufrido en silencio.
El último abrazo, una muestra fotográfica que se inauguró recientemente en el Palacio Libertad, es un homenaje a las madres que han perdido a sus hijos en actos de terrorismo. La exposición, que incluye 26 retratos en blanco y negro, captura la esencia de la tristeza y la resiliencia de estas mujeres, quienes a pesar de su dolor, luchan por mantener viva la memoria de sus seres queridos.
Historias de amor y tragedia
La exposición es el resultado de la colaboración entre la artista israelí Ifat Peer y varias organizaciones que buscan visibilizar el impacto del terrorismo. Entre las historias más conmovedoras se encuentran las de Sigal Steiner Manzuri y Graciela Linial, dos madres que comparten el mismo dolor: la pérdida de sus hijos en ataques terroristas.
Sigal, madre de Norelle y Roya, recuerda con tristeza el último abrazo que se dio a sus hijas antes de que fueran asesinadas en el ataque del 7 de octubre de 2023 en Israel. Graciela, por su parte, ha vivido el duelo de perder a su hijo Fabián en el atentado de la AMIA en 1994.
Ambas mujeres, a pesar de sus diferentes contextos, encuentran un punto en común: el deseo de que sus historias no sean olvidadas.
La lucha por la memoria
La memoria es un tema central en las conversaciones que se llevan a cabo en la exposición.
Sigal y Graciela coinciden en que, aunque la justicia puede parecer inalcanzable, es fundamental que las historias de sus hijos sean contadas y recordadas. “No se trata solo de una foto y un nombre; son vidas que fueron truncadas”, dice Sigal, mientras Graciela enfatiza la importancia de que las nuevas generaciones conozcan lo que sucedió. La exposición no solo busca recordar a las víctimas, sino también educar al público sobre el impacto del terrorismo en la sociedad.
Un abrazo que trasciende el tiempo
El título de la exposición, El último abrazo, simboliza la conexión eterna entre madre e hijo, un lazo que no se rompe a pesar de la tragedia. Las historias compartidas en la muestra son un recordatorio de que el amor trasciende incluso las circunstancias más dolorosas. Al final de la charla, Sigal y Graciela intercambiaron regalos, un gesto que representa la solidaridad entre quienes comparten el mismo sufrimiento. “Lo que quiero es que perdure la memoria, que no se pierda ni se olvide”, dice Graciela, mientras ambas se funden en un abrazo que habla más que mil palabras.
