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¿Qué es el prisômetro?
Inaugurado el 25 de febrero por el alcalde de São Paulo, Ricardo Nunes, el «prisômetro» se presenta como un totem del punitivismo, mostrando en tiempo real el número de detenidos en flagrante y de fugitivos capturados en la ciudad.
Esta herramienta, parte del sistema Smart Sampa, utiliza más de 23 mil cámaras de seguridad con reconocimiento facial para identificar a sospechosos. Sin embargo, la implementación de esta tecnología ha suscitado un intenso debate sobre su efectividad y las implicaciones éticas que conlleva.
La ilusión de la eficiencia
La iniciativa ha sido vendida como un símbolo de eficiencia y transparencia, pero muchos críticos la ven como una medida populista que refuerza la idea errónea de que la seguridad pública se mide por la cantidad de personas encarceladas.
Este «placar de prisiones» refleja una obsesión por los datos cuantitativos, ignorando análisis más profundos sobre las condiciones de estas detenciones. Además, el prisômetro omite información crucial, como las prisiones ilegales y los abusos de autoridad, lo que oculta desigualdades estructurales y perpetúa la criminalización de la pobreza.
Errores del sistema de reconocimiento facial
Un aspecto alarmante del sistema de reconocimiento facial es su alta tasa de errores, que afecta desproporcionadamente a grupos vulnerables como negros, mujeres y personas trans. A pesar de que una parte de la población apoya la instalación de cámaras de vigilancia, impulsada por una falsa sensación de seguridad, es fundamental cuestionar la eficacia real de estas medidas.
La confusión entre la forma y la eficacia es un punto crítico en este debate. La mera presencia de cámaras no garantiza una reducción en la violencia, y el aumento en el número de detenciones no es un indicador de éxito en la lucha contra la criminalidad.
El encarcelamiento no es la solución
Brasil, con la tercera mayor población carcelaria del mundo, es un claro ejemplo de que el encarcelamiento masivo no disminuye la violencia. Las políticas exhibicionistas como el prisômetro no abordan las causas estructurales que alimentan la violencia urbana. En lugar de enfocarse en el número de detenidos, es crucial tratar las raíces del problema. Sin un compromiso real con la justicia y un enfoque crítico, estas iniciativas se convierten en meros símbolos vacíos, incapaces de ofrecer soluciones efectivas para la seguridad pública.